Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


Resumen de El Hospital de San Hermenegildo en la historia. La reducción hospitalaria

Antonio Guerra Gil

  • El contenido de esta Tesis Doctoral se fundamenta en dos hechos que a mi juicio han sido básicos en el nacimiento y posterior desarrrollo de la Medicina Hospitalaria en Sevilla. Uno de estos dos hechos históricos es la reducción y reforma de los setenta y dos hospitales existentes en Sevilla en el Siglo XVI; y el otro la fundación del Hospital de San Hermenegildo, conocido popularmente por el Hospital del Cardenal, cuya estructura y funcionamiento fue la base inicial para la modernización de la medicina hospitalaria sevillana en sus aspectos médico y quirúrgico. La razón de por qué estos dos acontecimientos se estudian juntos en esta Tesis, no es una razón de mera cronología histórica, por el hecho de que tanto uno como otro acontecimiento se desarrollen, con poca diferencia de años, en la misma época. La principal razón del estudio en conjunto es porque los dos hechos responden a características muy similares con relación a la sociedad en que tienen lugar.

    Pensamos que los hechos históricos carecen de importancia y son simples enumeraciones cronológicas de una narración, si no se les enmarca en la sociedad en que suceden, si no se profundiza en el por qué u para qué de su acontecer. En una palabra, la historia no tiene sentido si no se conoce bien la sociedad que la protagoniza. Y siendo la medicina y la sociedad dos entidades tan estrechamente unidas, se impone, por razones metodológicas y de sentido común, el estudio conjuntamente de las dos, sobre todo en esta época que estudiamos (Siglos XV y XVI) en la que se ponen los cimientos de la medicina en casi todo el mundo, y con características muy especiales, como veremos más adelante, en Sevilla, donde parece que las cosas no suceden como son, si no como las dejan ser.

    En el Siglo XV existen en el Arzobispado de Sevilla –Forma con que se conoce en esta época el término de Provincia, ya que ésta aún no existe en el nomenclátor Geográfico- más de doscientos hospitales, de los cuales setenta y dos corresponden a la Capital. Cualquiera que se enfrente a estas cifras puede creer, de entrada, que el nivel sanitario debía ser ejemplar, dado el número de establecimientos de este orden. Pero nada más lejos de la realidad. En primer lugar porque el término Hospital, tal como se usa en este tiempo, no respondía a lo que hoy entendemos como Hospital, sino que significaba más bien un asilo donde se recogía a los ancianos, una posada para el transeúnte desvalido, o, a lo más, lugares para ayudar a bien morir a las personas que eran víctimas de las numerosas epidemias.

    En segundo lugar, podemos decir que la cantidad de Hospitales no es el reflejo de la calidad de sus atenciones, porque cuando estas instituciones ya empezaron a orientarse a la curación fueron promovidos, casi en su totalidad, por las cofradías o las familias de prestigio. Tanto unas como otras rivalizaban en ser promotoras de instituciones benéficas, entre las cuales la sanidad siempre tuvo el primer rango. No se olvide que en los albores de la Edad Media la Iglesia, ante la falta de recursos, instituyó de manera inteligente lo que se llamó la “Pietatis causa”, que consistía en la oferta de recompensas espirituales (Bulas, Indulgencias, Misas, Triduos y Quinarios) a cambio de donaciones materiales. Esto hizo que los hospitales se reprodujeran como esporas en razón de los intereses cofradieros y de prestigio social de la nobleza sevillana, más que por una razón puramente asistencial y de planificación sanitaria.

    Lógicamente, tal cantidad de hospitales, algunos de ellos sólo con siete o diez cama. Hacía ineficaz la asistencia, ya que en muchas ocasiones les faltaba los medios más elementales de curación y sus recursos escaseaban.

    Ante esta situación, el Arzobispo Don Diego Hurtado de Mendoza consideró que la mayoría de estos hospitales eran ineficaces y, algunas veces, más contribuían a la proliferación del mal que a su curación. Este Arzobispo fue el primero que intentó la reducción de estos Hospitales para, reuniendo los recursos de todos ellos, crear uno o dos establecimientos que fueran dignos de su nombre. Los esfuerzos del Arzobispo fueron inútiles, a pesar de contar con la aprobación y una Bula Pontificia favorable a esta reducción dictada por el Papa Inocencio VII.

    La firme oposición de las Cofradías y los Apellidos Ilustres de Sevilla, aunque unas y otros se confundían en una misma cosa, impidió permanentemente esta reducción hospitalaria –lo que hoy llamaríamos una “Reconversión” en favor del rendimiento y la eficacia-, en vista de que con esta reducción dejaban de ser protagonistas de la Caridad Ciudadana, con la consiguiente pérdida del prestigio social adquirido en el Ejercicio de Atención a los pobres, fuera como fuera, con la justificación de “Pro Redemptione et remedio animae, pro remissione peccatorum” (“Para la redención y salvación del alma, para perdón de los pecados”). Después de muchos esfuerzos, el Arzobispo Hurtado de Mendoza murió y la reducción no se pudo hacer.

    Pasaron los años y la situación sanitaria de Sevilla continuaba tan caótica. Dicen los cronistas de la época que en muchos de estos hospitales los gastos en sueldos del personal –casi siempre parientes o conocidos de las familias patrocinadoras o del preboste cofradiero de turno- eran superiores a los gastos producidos en la alimentación y cuidados del exiguo número de enfermos que se atendía.

    Así estaban las cosas cuando toma posesión de la Sede Apostólica de la Capital Andaluza, el 15 de Febrero de 1582, el Arzobispo Don Rodrigo de Castro, hijo de los Condes de Lemos, castellano, con estudios en Salamanca y amigo, entre los pocos que tuvo el Monarca, de Felipe II, con quién había estado en Flandes, y a quién acompañó, entre las escogidas personas invitadas por el Rey, en la ceremonia de su boda con María Tudor celebrada en Londres. Es decir, el nuevo Arzobispo tenía todos los ingredientes para poder acometer la tan deseada reducción, pues siendo hombre de Castilla, con Blasones por encima de muchos Nobles Sevillanos y con hilo directo con Felipe II, tenía en sus manos la posibilidad de vencer el cerco de esta intransigencia. Y así fue. El Arzobispo Rodrigo de Castro no comprendió desde el primer momento de su llegada a la ciudad Andaluza el Nepotismo de los grandes, el favoritismo reinante entre los representantes de la Corte y la relajación de las costumbres. Y todo ante una Iglesia amedrentada por la prepotencia de la nobleza sevillana. Rodrigo de Castro abordó la reducción hospitalaria con toda contundencia y no pocas vicisitudes. Tuvo que recurrir, en vista de la oposición cerrada de las cofradías y familias importantes, a la intervención directa de Felipe II, quien en varias ocasiones se dirigió reiteradamente a las fuerzas vivas sevillanas para, con “apremiantes ordenes”, recordarle el mandato de reducción, hasta que el 31 de Octubre de 1586 les emplaza de una manera definitiva por orden real.

    Por fin, el Arzobispo Rodrigo de Castro pudo llevar a cabo la reducción el 4 de Marzo de 1587. Los setenta y dos hospitales existentes en Sevilla quedaron reducidos a dos: El Hospital del Amor de Dios y el de Espíritu Santo. Sólo se excluyeron de esta reducción los llamados Hospitales Mayores, entre los que se encontraba el de San Hermenegildo, del que trataremos ampliamente a continuación.

    El resultado de esta firme decisión por parte de Rodrigo de Castro fue una campaña difamatoria contra el Arzobispo desplegada por Clérigos, beneficiados y nobles sevillanos, que le acusaron de excesiva ostentación de su cargo y de sus cuantiosas riquezas. En muchas ocasiones, estas difamaciones se hacían públicamente por quienes le superaban en bienes y en ostentación.

    EL HOSPITAL DE SAN HERMENEGILDO La otra parte que abarca el trabajo de investigación de esta Tesis es la Fundación del Hospital de San Hermenegildo, su funcionamiento, el estudio de sus Constituciones y la personalidad de su fundador. Este Hospital es de los pocos que escapan a la reducción que llevó a cabo el Arzobispo Rodrigo de Castro, por ser considerado entre los Hospitales mayores y en buen rendimiento sanitario.

    Sorprende, cuando se profundiza en la investigación sobre este Hospital, que no se haya llevado a cabo hasta ahora un estudio pormenorizado de esta institución, ya que representa, por su modernidad y funcionalismo, el establecimiento sanitario con el que se inicia una nueva etapa de progreso y eficacia en la medicina sevillana. Pero si ahondamos en las fuentes que dieron origen a la creación de este Hospital, tal vez podremos encontrar la causa de este silencio o, por lo menos, el origen de esta despreocupación.

    La realidad es que el fundador del Hospital de San Hermenegildo, el Cardenal Don Juan de Cervantes, al igual que Rodrigo de Castro, tampoco es un hombre típicamente sevillano. Su talante es Europeo, con no pocos años de experiencia en la Curia Romana y una visión universalista de los problemas de acuerdo con su gran formación humanística. Parece, aunque las fuentes no lo confirman con exactitud, que nació en una Aldea cercana a Tuy (Vigo), pero pasó muchos años en Castila, a la cabeza de las Sedes de Segovia y Ávila. También el Cardenal Don Juan de Cervantes tuvo problemas en Sevilla, ya que después de ser nombrado por Roma para la Sede Vacante de esta Ciudad, fue rechazado por la Nobleza Sevillana, personificada en el Válido del Rey Juan II, Don Álvaro de Luna, quién forzó al Cabildo a rechazar el nombramiento del Cardenal Cervantes, para poner en su puesto a su sobrino Don Rodrigo de Luna. Más tarde, también por la influencia del Monarca, le fue otorgada a Don Rodrigo la Sede de Santiago de Compostela, que convenía más a sus intereses, y el Cardenal Cervantes, después de la humillación, tomó posesión de la Sede de Sevilla con toda humildad. Los cronistas de la época, a pesar de estar curados de espanto contra semejantes arbitrariedades de la curia y la nobleza, cuentan con detalles lo que este escándalo supuso para desprestigio de una y otra.

    La fundación del Hospital de San Hermenegildo, conocido popularmente como el Hospital del Cardenal, supuso, como ya hemos señalado, un giro verdaderamente copernicano en la Historia de la Medicina Sevillana. El estudio de sus Constituciones y el del propio testamento del Cardenal, donde se sientan las bases de la Fundación y de las citadas constituciones. Es lo suficientemente explícito para comprender el alcance que tuvo esta institución hospitalaria. Estas constituciones no se limitan a un simple acto de fundación, como a la sazón era costumbre, sino que en ellas están previstas minuciosamente las funciones del administrador, del cirujano, del mayordomo, del cura, del Sacristán, etc., así como todo lo concerniente a la Enfermería y al Tratamiento de los Enfermos.

    Un Capítulo importante de estas constituciones es el relativo a la Hacienda, donde se articula todo un sistema económico y administrativo verdaderamente ejemplar para su época. Este sistema tiene previsto una serie de inversiones, rentas y explotaciones ajenas al hospital, que van a constituir los recursos más importantes para la desahogada financiación de esta institución, lo cual era una excepción en aquel tiempo, dada la penuria económica de los establecimientos asistenciales.

    Si de ejemplar se puede calificar la planificación económica y la organización de rendimiento profesional, no lo es menos el capítulo dedicado a los órganos rectores del Hospital. Conscientes del tiempo que vivían, los redactores de estas ordenanzas proveyeron, con toda riqueza de detalles, la contratación del personal, el sistema de compras, el ingreso de enfermos, y un etcétera que nos llevaría a comprender, en vista de la naturaleza de lo que se prohíbe, el grado de picaresca a que se había llegado dentro y fuera de la Iglesia. Por poner algunos ejemplos, cogidos al azar entre los muchos casos previstos en estas Constituciones, no es pura coincidencia que se prohíba expresamente al administrador alojar a familias o personas no enfermas en las dependencias del Hospital; o el hecho de que se concrete cómo las compras han de hacerse al por mayor, para que resulte más barato, y con las consiguientes notas de justificación del gasto. También es muy significativo que en uno de los apartados concernientes a la contratación del personal se especifique que ningún pariente del administrador debe ocupar un puesto, cualquiera que sea su dedicación, dentro del hospital. Todo el contenido de las Constituciones de este Hospital, tanto por lo que prohíbe como por lo que promociona, es un exponente no sólo de la perdurabilidad de la institución a través de siglos, sino también de lo que era la sociedad de aquel tiempo.

    Uno de los aspectos de mayor interés en el Hospital de San Hermenegildo es que con su fundación se deslinda algo muy importante en la Medicina Sevillana: Por primera vez se establece la diferencia entre la asistencia médica al enfermo y el ejercicio de la caridad o de la interesada limosna. Por primera vez no se quiere hacer depender al enfermo de la limosna del poderoso, con todo lo que este ejercicio de la caridad suponía de irregularidad, ya que la limosna dependía de la economía y ganancias de los que ejercían de limosneros. Por ello en las Constituciones de este Hospital se establece un sistema de Rentas y una doble contabilidad que abarca dos aspectos importantes de la administración hospitalaria, como son:

    a) La contabilidad que administra y dispone de los recursos para el funcionamiento de la institución, como alimentación, ropa, sueldos y gastos de mantenimiento.

    b) La Contabilidad cuyos recursos son exclusivamente invertidos en la explotación de fincas, tahonas, arrendamientos de casas cedidas al Hospital, incluso préstamos, etc. Y cuyas ganancias e intereses son ingresos fijos que proporcionan la independencia económica del establecimiento.

    Por esta lección de seriedad en una atmósfera sevillana en las que tantas cosas se dejaban a la improvisación, a la trampa del pícaro o al tejemaneje del poderoso, es por lo que he querido estudias estos dos aspectos, que son prácticamente uno mismo, de la Medicina Sevillana en los Siglos XV y XVI: La reducción hospitalaria y la fundación ejemplar, hasta ahora sin eco, del Hospital de San Hermenegildo, más conocido por el Hospital del Cardenal.

    CONCLUSIONES:

    1. La Fundación del Hospital de San Hermenegildo en 1455, conocido Popularmente como el Hospital del Cardenal, supuso un giro copernicano para el progreso de la Medicina Sevillana en los Siglos XV y XVI.

    2. Con el Hospital de San Hermenegildo se acaba el antiguo concepto que se tenía de la palabra Hospital, como sinónimo de lo que hoy son los asilos, para establecer lo que se puede considerar la primera institución sanitaria en la que se emplean métodos médicos y quirúrgicos.

    3. Este Hospital de San Hermenegildo sirve de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Con todo lo que esto supuso para la medicina sucede una nueva concepción de la medicina con horizontes más amplios.

    4. Con la Fundación del Hospital de San Hermenegildo la Medicina Hospitalaria deja der depender de las cofradías o del Patronazgo de las Familias Influyentes, para convertirse en una Institución más independiente de la Iglesia, y con una economía propia regida por un Consejo de Visitadores, Administradores o Patronos (que todos estos nombres tomaron en el curso de los años) que tomaban los acuerdos por mayoría.

    5. El concepto del Hospital Gremial, regido por los sastres, los matarifes, los marineros, etc. desaparece, poco a poco, con la creación de establecimientos sanitarios regidos por las pautas marcadas por el Hospital de San Hermenegildo que supusieron instituciones dedicadas exclusivamente a la curación, más independientes y sin intereses gremiales, religiosos o políticos.

    6. El Fundador del Hospital de San Hermenegildo, el Cardenal Cervantes, hombre profundamente Europeo, de una vasta formación humanística y con gran amplitud de miras, influye favorablemente en los aspectos de modernidad y progreso que este Hospital introduce en Sevilla.

    7. Las Constituciones del Hospital de San Hermenegildo son un modelo a seguir en la Organización Hospitalaria. Muchos de sus títulos todavía poseen vigencia para ser aplicados a los establecimientos hospitalarios de nuestros días.

    8. La Minuciosidad hasta los últimos detalles de funcionamiento de la Organización hospitalaria, así como el reglamento del personal y las ordenanzas de tipo Administrativo y Financiero contenidos en las Constituciones del Hospital de San Hermenegildo, acabaron con la improvisación reinante en los numerosos Hospitales Sevillanos, casi todos muy pocos eficaces en los Cometidos de Salud Pública que estas instituciones han de cumplir.

    9. Lo Estricto de las Mencionadas Constituciones Fundacionales del Hospital de San Hermenegildo, acabaron con muchos nepotismos y favoritismos de la época.

    10. La Reducción de los Setenta y dos Hospitales existentes en Sevilla (Capital) en el Siglo XVI, con idea de hacerlos más funcionales y eficaces, fue uno de los logros más difíciles de esta época.

    11. Al interés Sanitario se oponían los intereses de prestigio y poder las cofradías y las familias Ilustres de Sevilla, que prácticamente eran la misma cosa, al menos en los estamentos de gobierno de las primeras.

    12. El primero que intenta seriamente la reducción de los Hospitales es el Arzobispo Don Diego Hurtado de Mendoza. Pero a pesar que cuenta con la probación del Papa Inocencio VII, que le envía una Bula Pontificia en favor de la Reducción, sin embargo el Arzobispo muere sin haber conseguido la necesaria reducción, ya que la oposición de la nobleza y las cofradías es grande.

    13. Con no pocos disgusto y tensiones, el Arzobispo Rodrigo de Castro consigue la reducción de los setenta y dos hospitales el 4 de Marzo de 1587. Para ello tuvo que recurrir a su amistad con el entonces Rey de España. Felipe II, quien tuvo que insistir con “apremiantes órdenes” para que la reducción se llevara a cabo.

    14. Una vez efectuada la reducción, la totalidad de los recursos y posesiones de estos setenta y dos hospitales fueron empleados para la ampliación y buena dotación de dos grandes hospitales: El Hospital del Amor de Dios y el Hospital del Espíritu Santo.

    15. En esta reducción no se incluyeron, en vista de su buen funcionamiento, los seis hospitales llamados Mayores, entre los que figuraba el Hospital de San Hermenegildo, más conocido por el Hospital del Cardenal, por haber sido creado por el Cardenal Don Juan de Cervantes.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus