Preguntas y objetivos del presente estudio Este trabajo surgió de una inquietud recurrente en torno al potencial creativo de las metáforas en el uso de la lengua y partió como una pregunta acerca de la capacidad del lenguaje poético, creativo por excelencia, de cambiar el significado convencional establecido en ella. Entonces, nos preguntábamos qué distingue una creación lingüística original intencionada, dentro de un contexto literario, de otros tipos de innovación léxica que concluyen con un aporte al diccionario de la lengua. El interés principal estaba en determinar qué hace de una metáfora, como ejemplo de invención lingüística, una buena metáfora, es decir, una que tiene tanto éxito entre los hablantes de la lengua que llega a convencionalizarse.
Ha sido necesario indagar en el fenómeno de la convencionalización, cuya tremenda complejidad se ve reflejada en la extensión del marco conceptual de este trabajo. En la búsqueda de un marco conceptual ya construido para abordar la problemática de la originalidad metafórica, 1) descubrimos que las herramientas de lingüística cognitiva para abarcar los fenómenos asociados a la convencionalización eran todavía muy nuevas y estaban poco sistematizadas y 2) encontramos muy poco material en lengua castellana que reflejara los avances más recientes, cada vez mejor articulados, del estudio de la metáfora conceptual de habla inglesa y otras lenguas europeas, como el alemán y el holandés. Parece increíble que, bien avanzado el siglo XXI, el referente que domina el estudio hispanohablante de la metáfora conceptual en el discurso sea una obra de más de 30 años de edad, que ha sido revisada, profundizada y, en muchos aspectos, también superada. Tampoco hemos querido reinventar la rueda y nos hemos preocupado de buscar y acoger los aportes más relevantes, también los más recientes. En este sentido, quizás hubiese sido recomendable cambiar la pregunta y hacer el trabajo algo más fácil, pero hemos preferido tomar estas dificultades como una oportunidad de hacer un aporte – por muy modesto, que sin duda lo es – mediante la presentación sistemática de estas teorías y métodos en lengua castellana.
Solamente el objeto concreto de nuestro estudio empírico ha experimentado cambios desde la primera formulación de nuestra pregunta: optamos, al final, por estudiar las metáforas creativas en el ámbito de la economía y prensa económica. Este cambio tuvo dos motivos. El primero, a falta de un marco conceptual idóneo, la gran cantidad de estudios lingüísticos y sociológicos sobre el lenguaje económico, tanto metafórico como no, nos presentaba la oportunidad de participar en una discusión que evidentemente estaba siendo llevada a cabo desde hace tiempo. Incluso, encontramos bastante material en castellano y referente a la lengua castellana en los estudios aplicados: ELE, traducción, terminología (un buen resumen de estos trabajos puede leers en Herrera-Soler y White (2012)). La segunda razón tuvo que ver con la relativa disponibilidad de fuentes lingüísticas: en el ámbito periodístico y económico, es muy fácil conseguir grandes cantidades de material escrito con alta incidencia de metáforas, creativas, convencionales y todo lo que pueda estar entre medio. En otras palabras, elegimos la metáfora en el ámbito económico porque es fácil de observar, porque ya se ha intentado observar de muchas maneras distintas, y porque sentimos que habría algo interesante que aportar.
Hasta ahí la relevancia de nuestro trabajo para la investigación lingüística. Igualmente, no podemos dejar de mencionar que este tema nos parece atractivo por su relevancia social y política. Sin lugar a dudas, la economía puede mirarse como un área de especialidad técnica, pero es, al mismo tiempo, un tema de interés popular, cuyo lenguaje tiene una relevancia especial para nuestra sociedad (que no tendría necesariamente, por ejemplo, el lenguaje culinario o deportivo). Por estos días, es muy difícil encontrar a un ciudadano adulto que se sienta totalmente ajeno o indiferente al quehacer político y económico, donde sea que se desenvuelva en el día a día. Además, se acepta en las ciencias sociales la visión constructivista de los fenómenos sociales, que se construyen en la medida que se articulan lingüísticamente. Frente a esta realidad, la buena metáfora – con ciertas características y condiciones lingüísticas de relevancia y adecuación, además de ciertas capacidades de evolucionar y sobrevivir a los procesos de cambio lingüístico – cuenta quizás con posibilidades de aplicarse a la acción política, con aportes que puedan adaptarse en estrategias de resistencia discursiva, frente a marcos (frames) discursivos que predominen y contribuyan a perpetuar las relaciones desiguales de poder en la sociedad. Bajo la máxima formulada en Barthes (2008, p. 12), que no exista “denuncia sin su instrumento fino de análisis”, un análisis del discurso político que pueda ofrecer guías para la acción con bases lingüísticas bien fundadas sería, sin duda, un aporte transdisciplinar a la sociología de la comunicación y la comunicación política. Nos gustaría mucho que el análisis empírico que aportamos fuese recibido como un pequeño, pero sólido paso en esa dirección.
Tomando en cuenta todo lo anterior, el objetivo principal de este trabajo ha sido estudiar los procesos cognitivos, los productos y las funciones de las metáforas creativas, entendidas estas últimas como una modalidad de creatividad en la lengua-en-uso con potencial de convencionalización en el sistema de la misma. Valiéndonos de un análisis de expresiones metafóricas en contextos comunicativos y sociales definidos, este trabajo integra los aportes teóricos de la semántica cognitiva, la lexicología histórica y la pragmática para explicar los procesos mentales que, obedeciendo a las intenciones de los SP/Ws de cumplir con ciertas metas funcionales, generan enunciados creativos a partir de elementos convencionales. Estos enunciados resultan pertinentes al contexto y relevantes para la comunidad de AD/Rs, la cual, dadas ciertas condiciones, los repite e incorpora a su repertorio de expresiones, de manera tal que, con el tiempo, pasan a lexicalizarse. Para esto examinamos las relaciones entre creatividad y convencionalidad, en el lenguaje en general y en el caso particular de la lengua castellana. Extendiendo una distinción tripartita que busca explicaciones para el fenómeno de la metáfora en diferentes dimensiones, este trabajo propone que la metáfora creativa tiene también ciertos efectos particulares en cada una de las tres dimensiones: conceptual, lingüística y discursiva. Estos efectos implican que es posible hacer cosas con metáforas, en varios niveles distintos.
No obstante, la convencionalidad en el lenguaje no niega la posibilidad de innovar. La lengua, sobre todo las estructuras gramaticales, varían y cambian a lo largo del tiempo para acomodar las prácticas sociales y comunicativas de los hablantes. Se simplifican las redundancias en el nivel morfosintáctico o se intenta, mediante redundancias nuevas, “blindar” los enunciados contra el malentendido. Tal como en las leyes de un estado, en la lengua se codifican las relaciones establecidas entre personas y de los hablantes con el entorno que los rodea; estas relaciones también pueden ser objetos de estudio lingüístico, a través de la sociolingüística y el análisis del discurso. Los cambios suele ser tan sutiles que los hablantes no se percatan de ellos hasta que ya han ocurrido y tienen la oportunidad de reflexionar sobre la diferencia entre el ayer y el hoy. Existe una creatividad colectiva que adapta el lenguaje a sus nuevas circunstancias, algo que los lingüistas han descrito tomando prestada una expresión metafórica desde la economía: la mano invisible del cambio lingüístico (Keller, 1994). En estos procesos de cambio, formas y significados convencionales interactúan de maneras complejas con los elementos originales y dan lugar a expresiones que logran sus objetivos. Pero, al igual que la mano invisible del mercado, la del cambio lingüístico también admite procesos gatillados por las intenciones y acciones de los actores individuales.Aun así, como dice el refrán, una golondrina no hace verano, y la creatividad individual del visionario lingüístico es difícil de integrar a este modelo estructuralista. Parece lógico, pues, si bien el lenguaje es un fenómeno psíquico individual, aunque compartido por toda la especie, la lengua específica, con las convenciones que la componen, es un objeto de naturaleza social. La creatividad del individuo que habla no tiene que producir necesariamente un cambio en el código. Sin embargo, puede hacerlo, y existen buenos ejemplos de ello. ¿Cómo ocurren estos cambios? ¿Cómo logramos describir la creatividad del hablante en la lengua, desde el proceso que produce un enunciado creativo hasta que logra incorporarse al vocabulario de una lengua? De cierta forma, esta tentativa se parece a un acto de malabarismo con varios acercamientos paralelos. Sin embargo, consideramos que la lingüística cognitiva, que describe los procesos mentales; la pragmática, que hace de su parte con la comunicación; el análisis crítico del discurso, que se ocupa de las variables sociales; y la lexicología diacrónica, que unifica las miradas, pueden integrarse en una mirada panorámica, pero coherente, del viaje de las metáforas creativas hasta el centro del sistema de la lengua.
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