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Resumen de Empleo de los sustratos residuales del cultivo de hongos comestibles como fertilizante orgánico y como medio de cultivo sin suelo

Eva Maria Medina Rufete

  • El fuerte incremento de producción de residuos orgánicos y la necesidad de reutilización de éstos, han llevado a la búsqueda de otros ámbitos de aplicación distintos al suelo. Entre estos usos destaca la utilización de los residuos orgánicos como materia prima para formular sustratos de cultivo, ya sea a nivel de semillero o cultivo en contenedor. El sector de los sustratos de cultivo demanda anualmente un volumen muy importante de materiales, cuya principal misión es la de servir de soporte al vegetal y de medio que permita la adecuada nutrición mineral de las plantas y el intercambio de fluidos (agua y aire).

    El término "sustrato" se aplica en Horticultura a todo material sólido distinto del suelo, natural o sintético, mineral u orgánico, que, colocado en un contenedor, en forma pura o en mezcla, permite el anclaje del sistema radicular, desempeñando, por tanto, un papel de soporte para la planta. El sustrato puede intervenir o no en el complejo proceso de la nutrición vegetal (Jiménez y Caballero, 1990). En los últimos años se ha producido un aumento en las técnicas de cultivo en contenedor, experimentándose paralelamente una importante ampliación del campo de aplicación de los sustratos (plantas ornamentales arbustivas, jardinería, campos deportivos, etc.), con el consiguiente aumento de la demanda de los sustratos.

    El sustrato orgánico más ampliamente utilizado en la formulación de medios de cultivo es la turba de Sphagnum (¿rubia¿). Esta turba procede de las turberas Bálticas del Norte de Europa, y su formación requiere periodos de miles de años. Como su utilización esta siendo muy pronunciada debido a que posee características físicas y químicas muy adecuadas como medio de cultivo y su tasa de reposición es inferior a la tasa de extracción, se ha convertido en un recurso limitado y no renovable. Esta sobreexplotación del recurso produce que su costo se incremente a medida que va disminuyendo su disponibilidad. También, la turba por su naturaleza, necesita un gran aporte químico de nutrientes, lo que encarece aún más el producto final.

    En España, la presencia de turberas es testimonial y prácticamente todas las turbas que se utilizan son importadas de lugares como Letonia, Estonia, Polonia, etc. Esta dependencia del sector se traduce en precios variables pero con una clara tendencia al incremento en función de su escasez y de su naturaleza no renovable, lo que puede hacer que a medio plazo se pierda competitividad.

    Además de su naturaleza como sustrato óptimo, la turba constituye uno de los recursos que sirve de fijación casi permanente del CO2 del ambiente, y por tanto su formación-generación contribuye a la disminución del efecto invernadero, esta acción queda reducida mediante su explotación-extracción-descomposición-mineralización, perjudicándose de esta manera el medio ambiente.

    Por otra parte, la producción de hongos comestibles genera grandes cantidades de un residuo sólido, constituido por el sustrato residual empleado en este cultivo. Este sustrato contiene una mezcla de materiales que puede variar dependiendo de la disponibilidad de los mismos en las zonas más cercanas, teniendo en cuenta que el material final obtenido tenga una estructura, humedad, contenido en nutrientes y pH adecuados para el cultivo del hongo.

    Los principales países productores de hongos en la Unión Europea son: los Países Bajos, Francia y España, con el 51% de la producción europea y por consiguiente donde los problemas medioambientales generados por el sustrato residual de la producción de hongos es mayor. En el año 2012, se produjeron en España aproximadamente unas 127.000 toneladas de setas y hongos, lo cual generó unas 635.000 toneladas de sustrato residual, ya que por cada kilo de hongo producido se generan aproximadamente unos cinco kilos de sustrato residual. A esta gran generación de residuo se une el problema de su almacenamiento y gestión debido al marcado carácter estacional al que está ligado a este sector.

    En relación con todo lo anterior, parece viable tanto a nivel económico como medioambiental el reciclaje de los sustratos de residuo del cultivo de hongos comestibles como ingrediente de los sustratos de cultivo sin suelo, recuperándose y aprovechándose así la materia orgánica y los nutrientes contenidos en dichos residuos, y además contribuyendo al ahorro de turba.

    Por lo tanto, como objetivos fundamentales de esta tesis se planteó: 1) el estudio de la utilización de residuos derivados del cultivo de hongos comestibles como sustrato, total o parcial, tanto a nivel de germinación como en el crecimiento de las plántulas (tomate, pimiento y calabacín), hasta su desarrollo comercial; 2) Caracterización y evaluación de la estabilidad de las diferentes fracciones de la materia orgánica de los sustratos residuales procedentes de los cultivos de Agaricus bisporus y Pleurotus ostreatus y establecimiento de relaciones entre las distintas fracciones de la materia orgánica de los dos tipos de sustratos residuales procedentes del cultivo de hongos comestibles a partir de parámetros fácilmente determinables; estudiar el efecto del empleo del sustrato residual procedente del cultivo de hongos comestibles como fertilizante orgánico sobre las propiedades físico-químicas, bioquímicas y biológicas de un suelo donde se cultivó lechuga.


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