Se parte del concepto de juego transaccional, perteneciente a la teoría del análisis transaccional, considerándolo como un concepto que, a pesar de su teórico potencial para describir determinados fenómenos de interacción, está infrautilizado debido a limitaciones derivadas de la descripción original. Se desarrolla el concepto siguiendo tres líneas: los juegos como narrativas, como programaciones y como interacciones vinculadas al mantenimiento del poder. A partir de dichos desarrollos se propone un sistema de categorías de observación para ser aplicado en el conflicto familiar.
Las categorías propuestas son: juegos, roles, mistificaciones, atribuciones, poder, demandas e intimidad. El sistema se aplicó, siguiendo una metodología observacional, a quince familias que demandaron atención psicológica, algunas de ellas a partir del fracaso o problema escolar de algún hijo. El sistema resultó ser capaz, en terminos relativos y siendo aceptado por determinadas condiciones, de describir aspectos relevantes del conflicto familiar.
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