El estudio del consumidor inversionista, proviene de los distintos problemas con los que el pequeño inversor se ha encontrado, sobre todo, en los años de crisis económica que se iniciaron con la contaminación del mercado de la inversión con las hipotecas subprime, y la posterior falta de liquidez en el mercado, que hizo que algunas entidades para proteger sus intereses, forzaran la legislación en la materia, provocando que productos que no estaban pensados para el pequeño ahorrador acabaran en su propiedad. También proviene esta necesidad de las formas de inversión alternativa que periódicamente aparecen en el mercado para captar fondos del pequeño ahorrador. El consumidor y el inversor se encuentran con una falta de tipificación cuando actúan realizando labores de inversión. Esta tesis aborda la diferenciación de ambas figuras para poder determinar los derechos, las figuras de protección y las instituciones que les asisten, puesto que la interpretación de las mismas normas diferirán según sea para la protección de un consumidor o de un inversor que carezca de la consideración de inversor, para ello elaboramos una definición que aclare cuándo alguien que invierte es un consumidor, o por el contrario es un inversor.
Para lograr este fin abordamos el problema de considerar la inversión como un acto de consumo. También abordamos diferentes problemas prácticos de contratos comercializados en los mercados, en los que los adquirientes piden ser tratados como inversores en vez de consumidores y otros en los que son tratados como inversores y piden que se les reconozca como consumidores, por lo que se abordan los problemas con los que se encuentran en su actuación en los mercados, analizando distintos productos y medios de inversión, y también abordamos la protección que les corresponde, y los límites de estas figuras. De todos estos análisis recogemos los elementos esenciales que posteriormente fundamentarán la definición buscada. Empleamos para ello, el estudio jurisprudencial y doctrinal.
Del estudio realizado llegamos a la conclusión de que existe una especialización en los consumidores que actúan invirtiendo, que denominamos consumidores inversionistas.
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