A lo largo de la tesis vamos a ocuparnos del problema de la conciencia mas, contra la norma, sin la intención de elaborar una "nueva teoría de la conciencia". Nuestro primer objetivo será el de definir el problema. A ello dedicaremos la práctica totalidad de la primera parte, al cabo de la cual debieran hacerse ya evidentes los motivos por los cuales consideramos oportuno ahorrarnos una "nueva teoría de la conciencia", unos motivos en los que profundizaremos en la segunda parte y que cabe extractar apuntando que la conciencia es un fenómeno enormemente vasto cuyo estudio requiere -y, con toda seguridad, seguirá requiriendo, bien cabe que indefinidamente- la integración de una considerable cantidad de disciplinas y herramientas teóricas antes que un nuevo ejercicio especulativo unilateral y pretendidamente fundamental, unificador y omniexplicativo.
No propondremos, pues, una "nueva teoría de la conciencia", pero patentizaremos que el de cantar la palinodia es el destino que se ajusta a los confalonieros de la doctrina misteriana. Esta doctrina se alza sobre una tesis según la cual el proyecto de explicar científicamente la conciencia está condenado al fracaso, una tesis con un sustento equiparable al de ésa otra según la cual si acaso nos atreviéramos a lanazar un dado no saldría un cuatro. A desmontar esta tesis dedicaremos un capítulo completo, el que cierra la primera parte. El objeto de la segunda, por su parte, será el de contribuir a allanar el camino hacia esa explicación imposible según el misteriano. Hasta el momento, ese camino ha tratado de abrirse en dos direcciones: la ontológica y la explicativa. La distinción, aunque en cierta medida artificial, sirve para distinguir entre los intentos de alcanzar una adecuada comprensión de qué sea la conciencia y cuál haya por tanto de ser el lugar que ocupe en nuestra concepción de la realidad, por una parte, y los destinados a esclarecer las causas y mecanismos de su existencia, por otra. Argumentaremos que seguir deambulando por la vía ontológica difícilmente podrá favorecer nuestra comprensión de la naturaleza de la conciencia. No es preciso, pues, continuar echando leña al fuego de la etiquetas barrocas, los conceptos inoperacionalizables y las hipótesis inconfutables, sino cooperar en la investigación del modo en que esos fenómenos a los que denominamos conscientes surgen en la historia evolutiva y acaecen actualmente. Esta última frase contiene de forma implícita el fondo y la médula de cuanto esta tesis aspira a ofrecer por cuanto sugiere que el problema de la conciencia a) puede resolverse y b) que ello no depnde de la especulación de carácter metafísico, sino de la investigación de su fisiología, su etología y su filogénesis. Así pues, dividiremos el problema de la conciencia mediante una línea imaginaria que dejaría a un lado su aspecto funcional (¿de qué modo la actividad de un organismo en interacción con su medio origina experiencia consciente?) y al otro su aspecto histórico (¿cómo surgierno en la filogénesis los organismos conscientes?). En cuanto al p rimero de estos aspectos, no nos detendremos a estima el mérito relativo de los planteamientos teóricos que del mismo han tratado de dar cuenta, sino sólo su plausibilidad filogenética y su utilidad de cara a esclarecer la historia evolutiva de la conciencia. En lo que a ésta se refiere, destacaremos la a menudo desatendida necesidad de integrar la explicación de la conciencia en un contexto evolutivo y apuntaremos a una serie de restricciones ineludibles de cara a cimentar un marco teórico capaz de encarnar la amplitud, complejidad y flexibilidad impuesta por la interdisciplinariedad que a su vez nuestro objetivo sanciona.
En vista de la comentada amplitud del campo de estudio que los Consciousness Studies se proponen cubrir en su intento de dar cuenta de que, quizá, el más extenso, heterogéneo, plurar y complejo entre todos los conjuntos de fenómenos biológicos, la alternativa razonable al acostumbrado en
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