Con esta tesis se ha pretendido realizar un estudio de la iconografía musical en la pintura europea a lo largo de un período determinado: desde el siglo XIV al siglo XX.
La colección Thyssen-Bornemisza nos ha ofrecido la posibilidad de abarcar estos siete siglos. Si bien, el objetivo no ha sido únicamente el análisis iconográfico de los instrumentos o elementos musicales contenidos en una serie de cuadros.
Se ha pretendido algo más.
Se ha pretendido penetrar en el significado de las escenas sonoras y aproximarnos a su musicalidad a partir del análisis de los asuntos musicales reflejados en cuarenta y nueve cuadros, al mismo tiempo que se ha indagado en ciertos aspectos históricos, en las relaciones música-sociedad y en la proyección, bien de los instrumentos o bien de las escenas reflejadas, así como en los compositores e intérpretes de la misma época en que fue realizada la obra o de épocas posteriores. También hemos acudido a pasajes de una serie de obras literarias en los que se ponen de manifiesto visiones particulares de estos últimos aspectos.
Para ello, se ha establecido una ordenación conceptual en tres apartados: La Música y lo Divino, en donde incluimos asuntos religiosos y mitológicos.
La Música y lo Humano, en donde recogemos retratos o escenas en las que se está interpretando música.
La Música y lo Simbólico, en donde los instrumentos acompañan diferentes asuntos desempeñando un papel metafórico o forman parte de un símbolo.
A estos tres apartados se añaden otros cuatro sub-apartados: La Música, lo Divino y lo Humano.
La Música, lo Divino y lo Simbólico.
La Música, lo Humano y lo Simbólico.
La Música, lo Divino, lo Humano y lo Simbólico.
Con esta ordenación se ha intentado distinguir el papel representado por la música en el contexto de un asunto, o lo que es lo mismo, las diferentes funciones de unos objetos musicales (generalmente instrumentos), en ocasiones coincidentes, que enfatizan, amortiguan o complementan el mensaje que se nos transmite.
Antecediendo a esta ordenación, se ha establecido un orden cronológico, puesto que de esta forma podemos observar el desarrollo y la evolución técnica de los instrumentos, al mismo tiempo que nos permite una comparación entre aspectos estilísticos, sociales, políticos o religiosos.
En total son ocho los representados: Alemania, Bélgica, España, Francia, Holanda, Italia, Reino Unido y Rusia. Sus respectivos artistas, nos han brindado la posibilidad de realizar este recorrido.
No hemos querido dejar excluida en esta tesis la danza, puesto que ésta va acompañada por la música aunque en ocasiones sólo necesite de uno de sus elementos: el ritmo (de lo contrario sería únicamente expresión corporal). Por ello, hemos incluido en nuestro estudio tres cuadros relacionados con la danza: uno del siglo XVI, Fiesta campesina de David Teniers II; otro del siglo XIX, Bailarina verde de Edgard Degas; y el tercero del siglo XX, El bailarín de David Bomberg.
En la mayoría de las obras estudiadas se ha procurado añadir algún texto literario, en prosa o en verso, relacionado con diferentes aspectos de las escenas reflejadas o con los instrumentos representados.
Finalmente, ante la pintura no figurativa del siglo XX, nos hemos atrevido a plantear interpretaciones muy personales, pero siempre ligadas a situaciones reales, la mayoría de las veces relacionadas con la producción del pintor, con su vida o con su entorno.
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