Sobre el kitsch puede decirse que ya se ha escrito suficiente, que grandes autores han dado su opinión y que con eso basta, que no merece la pena seguir profundizando en lo que siempre se ha definido como algo banal y anecdótico en el sistema de valores del arte. Pues bien, mi opinión es justamente la contraria, los prejuicios existentes alrededor del fenómeno kitsch y la tendencia a obviarlo en los estudios artísticos me resulta alarmante. Lo cierto es que existen seis escritos básicos sobre el tema, en los que se apoya todo el que se interesa en algún momento sobre el kitsch. Los únicos libros que tratan el fenómeno de un modo monográfico son Dorfles, Moles y Giesz, por su parte Eco, Greenberg y Broch, le brindan un capítulo más o menos extenso. Son las referencias clave a la hora de tratar el kitsch, pero no se ha logrado superar el temor que encontramos tras ellos, un temor al poder del kitsch, a su capacidad y la visión casi apocalíptica de un mundo en el que el arte desaparece deglutido por un kitsch furibundo. Pero llegado este punto en el que el arte contemporáneo, como otros muchos movimientos culturales, hace uso del kitsch de un modo consciente, cuando ya se ha vuelto algo cotidiano, pero se reniega de él, cuando el kitsch está en boca de todos pero resulta imposible definirlo, eso nos indica que ha llegado el momento de abordarlo sin miedos ni tapujos, desde diversos flancos, para llegar a comprenderlo y a valorar, ya sea positiva o negativamente, su influencia y, por tanto, poder criticarlo con fundamento y conocimiento de causa. Durante el segundo período del doctorado realicé mi proyecto de investigación sobre el fenómeno kitsch a partir de su relación con la industrialización y el avance del sistema capitalista. Analicé sus características basándome en el momento histórico y social, en su estrecha relación con el poder y por tanto en el modo en el que ha sido instrumentalizado como sistema de control de las masas. Y por otra parte abordé su origen y desarrollo como fenómeno estético y su relación antagónica con el arte. Lo que me interesó a partir de ahí fue llevar el estudio hacia el campo concreto del objeto en el arte, cómo encaja el kitsch en el engranaje del universo artístico, por qué se utiliza, cómo son esas referencias kitsch y por qué se ha vuelto un referente tan necesario. La decisión de acotarlo en torno al objeto parte de dos motivos: en primer lugar, el objeto tanto en el kitsch como en el arte, ha sido y es un elemento muy importante que ha dado pie a muchas teorías, a numerosas problemáticas y ha replanteado los límites de lo que es el arte y, en segundo lugar, se debe a mi inclinación personal hacia el objeto como elemento clave de mi proyecto artístico, en el que el descubrimiento o, más bien, el hallazgo de objetos inverosímiles, curiosos o especiales por algún motivo, son el punto de partida de mis piezas. Mi objetivo primordial es visibilizar el kitsch, lograr que se comprenda la diferencia entre el kitsch como kitsch y el kitsch como medio artístico. El siguiente objetivo se basa en la necesidad de encontrar el modo de discernir cuál es el motivo principal de que cierto objeto sea considerado kitsch. ¿Por qué y cómo los spoudaios llegan a esa conclusión? No debemos olvidar que el término kitsch, a pesar de tener un origen etimológico real (aunque no muy concreto), se ha convertido en un término muy complejo en manos de los estudiosos y críticos de arte, lo cual le confiere unas características concretas que han de ser demostradas, deben existir unas premisas concretas que se deben cumplir si definimos algo como kitsch, por tanto, ¿cuál es la base de esa definición? Por tanto, la primera pregunta a la que ha tratado de dar respuesta es muy sencilla, ¿qué es el kitsch? Para poder responder he tenido que abordar el fenómeno desde el punto de vista histórico, socioeconómico y estético. Dejando patente la conexión entre el kitsch y el arte y cómo y por qué esa presencia tiene un sentido y unas motivaciones basadas en mucho más que la mera estética. Una vez definido el término, conociendo ya a fondo sus características e implicaciones, establezco un acercamiento al universo objetual kitsch con un afán clasificatorio con el que poder esclarecer las bases de reconocimiento de un objeto como objeto kitsch y cómo este se convierte en arte, a través de qué estrategias y con qué finalidad. El arte actual encuentra en el kitsch un vehículo ideal para tratar temas sociales y dotarlos de cierto toque irónico ya que es una estética extravagante que nos resulta divertida y en otras ocasiones nos resulta tan cercana y común que se vuelve familiar. Ya sea por mera estética o por sus componentes sociales, políticos o económicos, el kitsch está presente en el arte actual porque nos rodea en nuestra cotidianeidad. El arte no se puede mantener al margen del kitsch porque en ciertos aspectos son dos caras de la misma moneda, es decir, que si entendemos el kitsch como el mal (como el mal gusto), que surge a la vez que el bien, nos encontramos con que, como afirma J. A. Ramírez """"el kitsch se origina a la vez que las vanguardias, el kitsch se define frente al arte y éste frente a áquel."""" [Ramírez, J. A."; Medios de masas e historia del arte (1988), Cátedra, Madrid, 1997 (p. 265).] Están empatados en la lucha, el poder de supervivencia del kitsch se basa en su renovación constante, y es en la misma contienda donde uno define al otro y a la vez se autoexcluyen de sus mundos respectivos. La exclusividad del arte frente a la masificación del kitsch lo convierte en un producto aún más valioso por su originalidad. Concluyo, por tanto, que el kitsch ha de tenerse muy en cuenta a la hora de abordar el arte ya desde la modernidad, tanto por la complejidad semántica del fenómeno kitsch en si mismo, como por su gran influencia en los artistas y su obra. Actualmente nos encontramos en numerosas ocasiones con la necesidad de defender el arte como tal ante un público incrédulo, si bien es cierto que esto no es nuevo, cuando volvemos la vista atrás cualquier tiempo pasado nos parece mejor y sobre todo se lo parece al espectador. La utilización de objetos cotidianos, de iconos de la cultura de masas o de las técnicas propias de otros ámbitos confunden todavía al público e incluso lo escandalizan. La clasificación que realizo de los artistas se basa en el modo de utilización del objeto kitsch;" divididos en cuatro grupos podremos comprender qué aporta el hecho de decantarse por tales objetos y de qué diversos modos puede suceder.
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