Parece comúnmente aceptado que el ámbito de la actividad física y el deporte puede considerarse una faceta de la conducta humana en la que “la creatividad” puede manifestarse de forma relevante y diversa. Según Marín (1991) el deporte es factible de identificarse como actividad creativa, definida ésta, como una actividad humana que requiere intencionalidad, transformación del medio y obtención de un resultado con cierto grado de novedad y valor. Marina (1994) sostiene que un acto motor se define por el plan que lo guía, la intención y la meta, más que por una cadena automatizada de estímulos y respuestas"; si bien es cierto que toda acción, desde correr hasta escribir un poema, se realiza con la ayuda de automatismos, éstos no son suficientes para resolver los múltiples problemas que plantea el juego deportivo; ante ellos, el deportista debe elegir, e incluso elaborar, una serie de alternativas de respuesta para resolverla, surgiendo en este momento la posibilidad de incorporar la actividad creativa. Son también numerosas las referencias que técnicos y deportistas hacen de esta capacidad para explicar el rendimiento y los resultados durante la competición. A pesar de la importancia atribuida a esta capacidad existen serias dificultades para acotar de un modo operativo de qué hablamos cuando nos referimos a la creatividad, es decir, no tenemos mucha certeza sobre la clase de situaciones, problemas o comportamientos en el deporte, a los que podemos aplicar el atributo de creativos (Martínez y Díaz, 2008). En la misma línea, Sidentop (1983) señala que a pesar del protagonismo concedido a este aspecto, la creatividad pertenece a ese grupo de constructos que perviven a lo largo de los años en el seno de la educación física, sin que se tenga una clara idea de qué significa realmente y cuál es su justo papel en el proceso de enseñanza-aprendizaje. El carácter contextual que se asocia al concepto de creatividad resulta también muy relevante en el campo del deporte; es decir, no entendemos lo mismo por creatividad cuando nos referimos al fútbol, baloncesto o el balonmano, que cuando hablamos de conductas creativas en el ámbito de la danza o los deportes artísticos. Así por ejemplo, Pavlovic (1995), refiriéndose a los deportes de equipo, define creatividad como la capacidad para resolver los problemas del juego. Según este autor los jugadores creativos siempre se esfuerzan por una solución más rápida, más original, y sobre todo más funcional, y considera que son deportistas con elevadas habilidades cognitivas. Frente a esta concepción de creatividad motriz, como una prolongación de la inteligencia que enfatiza la eficacia y el rendimiento, otros autores (e.g. de la Torre, 1991) abordan la creatividad en clave artística, expresionista y de comunicación estética, en la que el cuerpo y el movimiento constituyen, a la vez, el instrumento, el sujeto y el objeto de expresión. En este sentido, de la Torre (1991), sostiene que ciertas actividades creativas no recurren a la imagen ni a la palabra, sino a la acción, al lenguaje kinésico. Desde esta perspectiva ha sido abordado el estudio de la creatividad en actividades como la danza o los deportes artísticos, en los que, si bien la técnica y las reglas deportivas son factores a considerar, la expresión, la estética o la elaboración son criterios vinculados a la calidad artística y creativa. A partir de esta dicotomía teórica (rendimiento vs. estética) diferentes autores (Sopeña, 1976;" Martínez y Díaz, 2002) defienden la imposibilidad de considerar la creatividad en el deporte de un modo unitario proponiendo un continuo explicativo que se mueve entre dos polos: la exigencia de rendimiento y la rápida resolución de problemas en un extremo, frente a las exigencias de expresión configuradora y artística, en el otro. En este continuo todas las modalidades pueden estar representadas, aunque con demandas creativas muy diferentes en función de la naturaleza del deporte. Esta tesis pretende hacer una contribución al estudio de la creatividad en el contexto de los deportes de equipo, con especial atención al ámbito del balonmano. Se presentan tres estudios en los que se abordan tres objetivos fundamentales: Estudio 1: a través de la opinión de expertos en fútbol, baloncesto y balonmano se pretende definir los rasgos conductuales y actitudinales que caracterizan al jugador creativo en estas modalidades. Así mismo, se aborda la búsqueda de indicadores conductuales en situaciones de juego ofensivo (1x0 y 1x1 con y sin balón) que permitan observar y medir la presencia de esta capacidad durante situaciones de juego real. Estudio 2: está centrado de modo específico en el balonmano. Aborda el análisis de los medios tácticos y la red de comunicación motora mediante la observación de 400 secuencias ofensivas (1x1 y 2x2) procedentes de tres jugadores de reconocido prestigio creativo a nivel nacional. Se abordan las relaciones entre el número (fluidez creativa) y la variedad de recursos tácticos y comunicativos (flexibilidad creativa), con el rendimiento obtenido en cada una de las secuencias ofensivas observadas. Estudio 3: pretende describir y comparar la variedad de recursos tácticos y comunicativos de los tres jugadores creativos aludidos con anterioridad. A modo de pregunta pretende responder a las siguientes cuestiones, ¿se comportan de modo parecido los sujetos de reconocido prestigio creativo? o por el contrario, ¿podemos hablar de la presencia de diversidad táctica y comunicativa en la conducta creativa de estos jugadores? Pensamos que los resultados de este trabajo constituyen una aportación significativa a la comprensión del concepto de creatividad y a su evaluación en el contexto específico del balonmano. Seria de interés indagar en el estudio otros indicadores de creatividad que los entrenadores han identificado en el estudio uno (personalidad, capacidades cognitivas como el análisis o la síntesis. Otra línea de estudio seria la comparación entre jugadores creativos y no creativos y su relación con el rendimiento deportivo.
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