Durante toda la época imperial se fabricaron cerámicas pintadas que en términos generales imitaron los tipos y esquemas tanto de las cerámicas prerromanas como de la terra sigillata. Estas producciones están bien aisladas geográficamente pues su ámbito de comercialización es reducido o incluso nulo en algunos casos. La elaboración de la cerámica pintada en el alto imperio corre a cargo de alfareros indígenas y los centros de fabricación están muy concentrados mientras que en el bajo imperio los centros se multiplican y las cerámicas pintadas apenas se comercializan. Las derivaciones de estos productos hundirán sus prolongaciones en las cerámicas árabes y cristianas medievales.
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