Los laberintos o espacios desorientadores construidos, tanto urbanos como arquitectónicos, por lejanos que sean entre sí, y por diferentes que sean las culturas en las que se encuentran, responden siempre a unas características comunes de configuración. Dichos rasgos pueden conseguirse objetivamente mediante recursos concretos de proyecto, arquitectónicos o urbanísticos, que permiten favorecer, dificultar o incluso impedir, la orientación espacial. El estudio en profundidad de la condición laberíntica, en relación con la psicología cognitiva, nos descubre las condiciones que debe tener el medio construido para posibilitar la orientación espacial en su interior.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados