Los avances clínicos y de investigación llevados a cabo en los últimos años no han impedido que los índices de prematuridad continúen aumentando en los países desarrollados. La importancia de conocer mejor este tipo de nacimientos radica tanto en la supervivencia de los neonatos como en la gran preocupación por su morbilidad. Las secuelas sensoriales y neurológicas son frecuentes y conocidas por los profesionales sanitarios, sin embargo las alteraciones neurocognitivas que sufren estos niños y que parecen ser inversamente proporcionales a la edad gestacional y peso al nacer han adquirido una notable trascendencia. Los trastornos del neurodesarrollo se consideran alteraciones vinculadas a la maduración cerebral. Por ello, se inician en la infancia y se expresan de forma diferente en distintas etapas del crecimiento. Son alteraciones que evolucionan de acuerdo con la formación del sistema nervioso central y que regulan las funciones motoras, sensitivas, cognitivas y emocionales que permiten la adaptación al medio. Los niños nacidos de forma prematura son vulnerables a padecer trastornos del neurodesarrollo por contar con un cerebro inmaduro y un tipo especifico de vascularización que la hace especialmente sensible a sufrir lesiones cerebrales. Además la maduración cerebral en un ambiente extrauterino puede ser objeto de importantes modificaciones lo que podría derivar en anomalías cerebrales no estructurales que contribuirían a explicar los problemas cognitivos, conductuales y emocionales que pueden aparecer en los niños nacidos con una edad gestacional menor a 37 semanas y/o peso inferior a 2.500 gramos...
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