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Prevalencia, comorbilidad y correlatos psicológicos de la compulsividad sexual

  • Autores: Jesús Castro-Calvo
  • Directores de la Tesis: Rafael Ballester Arnal (dir. tes.), María Dolores Gil Llario (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat Jaume I ( España ) en 2017
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 470
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Claudia Castañeiras (presid.), Azucena García Palacios (secret.), Georgina Cárdenas (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa Oficial de Doctorado en Psicopatología, Salud y Neuropsicología
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: TDX
  • Resumen
    • español

      La función del sexo va mucho más allá de la mera reproducción, permitiéndo la comunicación con nuestra pareja, la expresión de nuestro afecto o bien la consecución del placer. Cuando se vive de forma placentera, el sexo es una de las experiencias más positivas para el desarrollo y calidad de vida de una persona. Sin embargo, existe una situación en la que el sexo transciende la función reproductiva, comunicativa o hedónica, convirtiéndose en una necesidad que acaba dominando al individuo. Es lo que de ahora en adelante denominaremos compulsividad sexual (CS).

      Si bien el estudio científico de la CS es relativamente reciente, tanto la mitología como la literatura ofrecen ejemplos de personajes que responden a esta descripción: relatos del dios Dioniso y las ménades en bacanales que se alargaban durante meses; obras literarias del Marqués de Sade donde se narran infinidad de prácticas sexuales normofílicas y parafílicas; “La Hiena de la Puszta”, obra de Leopold Von Sacher Masoch, donde la protagonista refiere una frecuencia sexual de 6 orgasmos diarios; o el personaje literario de Don Juan, presente en obras de Tirso de Molina o Mozart (Finlayson, Sealy, & Martin, 2001). Estos ejemplos pueden resultar anecdóticos, pero ilustran la existencia, cuando menos en el imaginario popular de distintas sociedades y épocas, de personas cuya conducta sexual excede lo que se considera normal y que pueden llegar incluso a cometer delitos contra la libertad sexual.

      En la actualidad, no hay una postura unánime sobre cómo entender y describir la compulsividad sexual, ni tan siquiera en el término a utilizar para designarla (McBride, Reece, & Dodge, 2011). Muchos incluso se oponen a la existencia de un trastorno que se ajuste a esta descripción clínica (Moser, 2013). Entre los que sí están a favor, existen tres posturas o formas distintas de entender esta patología: dos de ellas responden a una concepción categorial de la CS mientras que la tercera corresponde a una postura dimensional.

      Entre los que defienden la visión de la compulsividad sexual como una categoría (es decir, como una patología que se padece o no), los hay que la consideran equivalente a cualquier otra adicción a una sustancia tóxica, por lo que prefieren utilizar el término de adicción al sexo (Carnes, 1989; Goodman, 1992). Otros la consideran más bien un trastorno sexual, y prefieren utilizar el término de hipersexualidad (Kafka, 2010).

      Por otro lado, existe un importante grupo de autores que conciben la compulsividad sexual como una dimensión en la que el extremo correspondería efectivamente con un diagnóstico de CS, pero donde distintos grados en esta variable influirían en aspectos de la conducta sexual como la frecuencia, edad de inicio o incluso la realización de conductas sexuales de riesgo (Kalichman y Cain, 2004; Walters, Knight, &Langström, 2011).

      En todo caso, las necesidades diagnósticas y la evidencia empírica están logrando que se imponga la visión categorial de la CS, que es la que realmente más puede aportar al reconocimiento de esta patología y a su diagnóstico. Buena prueba de ello ha sido la elaboración por parte de Kafka (2010) de unos criterios diagnósticos de la CS para su inclusión en el nuevo manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V. Este autor, bajo la denominación de trastorno por hipersexualidad, proponía el diagnóstico de una patología que se caracteriza por una preocupación intensa y repetitiva por fantasías sexuales, impulsos y conductas que llevan a la persona a experimentar consecuencias adversas y un malestar clínicamente significativo en áreas como el trabajo, el entorno social u otros aspectos de la vida de la persona. A pesar de estar sobradamente sustentado sobre importantes evidencias empíricas, el grupo de expertos para la revisión de los trastornos sexuales decidió en el último momento no incluirlo en el DSM-V (Kafka, 2013).

      Un aspecto en el que la investigación en CS se ha encontrado con importantes barreras ha sido a la hora de determinar su prevalencia. Por un lado, muy pocos pacientes con este cuadro clínico acuden a consulta, o bien por la vergüenza que supone exponer esta situación o porque no lo valoran como problemático. Por otro lado, al no existir ni consenso ni criterios objetivos para su diagnóstico, los estudios epidemiológicos han tomado criterios muy variados para su diagnóstico, complicando la comparación y contraste entre estudios. Aun así, tradicionalmente se ha estimado una prevalencia de entre el 3 y el 6% de pacientes con CS en población general (Carnes, 1989; Greenfield, 1999), si bien estas cifras resultan controvertidas: en el caso de Carnes, porque se publica en uno de sus libros sin especificar el tipo de investigación realizada para obtenerla; en el caso de Greenfield, porque la prevalencia de CS se ha generalizado a partir de datos sobre adicción al cibersexo. Lo que sabemos con seguridad es que muchos hombres y mujeres experimentan a lo largo de su vida periodos donde tienen dificultades para controlar sus impulsos sexuales. En Suecia, Langström y Hanson (2006) encontraron que el 12.5% de los hombres y el 7% de las mujeres habían tenido alguna vez problemas para controlar sus impulsos sexuales (lo cual no significa que sean susceptibles de recibir un diagnóstico de CS). Skegg y colaboradores (Skegg, Nada-Raja, Dickson, & Paul, 2010) obtuvieron un porcentaje similar, pero a tan sólo un 0.8% de los hombres y un 0.6% de las mujeres les supuso malestar clínicamente significativo.

      Objetivos: Habida cuenta de los perjuicios derivados de este cuadro clínico, la presente tesis doctoral se planteó con un doble objetivo: estimar la prevalencia de CS en población joven española y explorar el perfil biopsicosocial de los jóvenes con y sin puntuaciones clínicas en esta dimensión.

      Método: La presente tesis doctoral se desarrolló en dos fases. Durante la primera, casi 1600 jóvenes de entre 18 y 27 años (684 chicos y 904 chicas) completaron una batería básica con tres instrumentos de evaluación del control de los impulsos sexuales. El objetivo de la primera fase era estimar la prevalencia de problemas en el control de impulsos sexuales en una gran muestra de población joven. Durante la segunda fase de estudio, se seleccionaron a 400 de estos jóvenes (50 chicos y 50 chicas sin problemas de compulsividad sexual y 50 chicos y 50 chicas con un posible problema de compulsividad sexual). A todos ellos se les aplicó una entrevista clínica para la evaluación de la comorbilidad psicopatológica (SCID-I y SCID-II), medidas de evaluación clínica (autoestima, ansiedad y depresión), un cuestionario de personalidad (NEO PI-R), distintos instrumentos de evaluación del comportamiento sexual (conducta sexual general, conducta sexual online, erotofilia-erotofobia, etc.), una prueba de testosterona en saliva y diferentes escalas para estimar la severidad y las consecuencias del problema clínico de CS.

      Resultados: Respecto a la prevalencia, los resultados sugerían que entre el 3.1%-6.3% de los evaluados podría padecer algún tipo de problema en el control de los impulsos sexuales. Con respecto al papel de distintas variables sociodemográficas en la estimación de esta prevalencia, la edad no influyó en dicha estimación pero sí lo hizo el sexo y la orientación sexual: concretamente, este tipo de problema era significativamente más frecuente en hombres y en personas con una orientación sexual alternativa a la heterosexual (homosexuales y sobre todo bisexuales).

      Por lo que se refiere al perfil biopsicosocial de los jóvenes con problemas de CS, se encontró que éstos se caracterizaban por una alta comorbilidad con otras patologías del Eje I (principalmente con trastornos relacionados con el consumo de sustancias, trastornos de ansiedad y del estado del ánimo) y del Eje II (trastorno límite de la personalidad y obsesivo-compulsivo). A nivel clínico, no se encontraron diferencias en el nivel de autoestima de estos jóvenes pero sí en el de ansiedad-rasgo y de depresión (los jóvenes con problemas de CS tendían a ser más ansiosos y a tener un peor estado emocional). El perfil de personalidad de estos jóvenes se caracterizaba por una mayor tendencia neurótica y por unos menores niveles de amabilidad y responsabilidad. A nivel de comportamiento sexual, los chicos y chicas del grupo con un posible problema clínico de CS mostraron un perfil sexualmente más activo (mayor número de parejas sexuales o de frecuencia coital, mayor variedad en sus prácticas sexuales con personas del otro o del mismo sexo, etc.), un mayor consumo de contenidos sexuales online y una mayor probabilidad de desarrollar una adicción, una mayor tendencia a la búsqueda de sensaciones sexuales y una disposición más erotofílica. Sin embargo, no se apreciaron diferencias entre los grupos en cuanto al nivel de testosterona en saliva. Para terminar, el cuadro clínico de compulsividad de los chicos y chicas evaluados no alcanzó una gravedad exagerada, si bien se documenta un porcentaje importante de perjuicios derivados de su conducta sexual excesiva (principalmente problemas sociales, emocionales y morales pero también sanitarios y legales). Finalmente, se encontró que algunas de las características aquí enumeradas variaban cuando se discriminaba entre chicos y chicas con problemas de compulsividad sexual, siendo estas últimas precisamente las que mostraban un perfil más severo.

      Conclusiones y discusión: Los resultados derivados de la presente tesis doctoral nos permiten conocer en mayor profundidad la realidad que subyace al control de impulsos sexuales en población joven. Habida cuenta de la gravedad de este problema y de su prevalencia en población joven (prácticamente del 6%), es muy posible que en los próximos años los problemas derivados de este cuadro clínico supongan un importante impacto sociosanitario. Asimismo, conocer el perfil que caracteriza a los jóvenes con este tipo de problemas constituye un punto de partida ideal a la hora de: diseñar estrategias de prevención centradas en colectivos concretos, establecer estrategias que permitan su identificación precoz (y por tanto, la minimización de su impacto) y desarrollar programas de intervención eficaces que permitan el control efectivo de los síntomas que acompañan a este cuadro clínico. En suma, las aportaciones de esta tesis al ámbito del cuidado a la salud sexual nos permitirán sin duda conocer mejor la realidad que rodea a esta problemática y mejorar la calidad de vida sexual de los jóvenes que la padezcan.

    • English

      Sexual compulsivity -intense and repetitive preoccupation with sexual fantasies, impulses and behaviors that causes adverse consequences and discomfort- is a pathology that reached increasing attention. However, it still raises many questions. For this reason, the present thesis had a double objective: to estimate the prevalence of sexual compulsivity among young population and to characterize the biopsychosocial profile of those with and without subclinical scores in this dimension. For that purpose, a two phases research was developed: during the first one, around 1,600 young people between 18-27 years old (684 boys and 904 girls) completed a screening battery for sexual impulse control; during the second one, 400 (200 controls and 200 with some traits of sexual compulsivity) were selected in order to complete an additional evaluation. The results of this thesis allow knowing in depth the reality of sexual impulses control among Spanish young population.


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