Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


Exilio, liberalismo y republicanismo en el mundo atlántico hispano, 1814-1834

  • Autores: Juan Luis Simal
  • Directores de la Tesis: Juan Pan-Montojo (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Autónoma de Madrid ( España ) en 2011
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: María Sierra Alonso (presid.), Juan Pro (secret.), María Cruz Romeo Mateo (voc.), Alfredo Ávila (voc.), Jordi Canal (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
  • Página no disponible - Dialnet

    Dialnet


    Página no disponible

    Dialnet no ha podido mostrar en estos momentos la página a la que que intentaba acceder. Inténtelo de nuevo y si el problema persiste, y piensa que se trata de un error en Dialnet, no dude en enviarnos un mensaje notificándonos la incidencia a través del siguiente enlace: notificar incidencia.

  • Resumen
    • Uno de los más grandes historiadores del siglo XX, el alemán Reinhart Koselleck, en un texto en el que efectuaba un recorrido por la política europea de la primera mitad del siglo XIX, al referirse a la Cuádruple Alianza y la intervención francesa y británica en Espaða durante la primera Guerra Carlista, afirmaba que -Espaða era demasiado grande, y sobre todo los españoles demasiado orgullosos para resignarse a las intervenciones extranjeras; al mismo tiempo, su país se hallaba demasiado desgarrado políticamente para que pudiera llegar a consolidarse antes de un agotamiento total. Así quedaba demostrada de nuevo la relativa autonomía y singularidad del proceso espaðol¿1.

      Lo primero que llama la atención de esta cita es que aparecen demasiados -demasiados¿: Espaða era -demasiado grande¿, los espaðoles -demasiado orgullosos¿ y su política estaba -demasiado desgarrada¿. Para Koselleck, España parece estar más allá de la norma. Sin embargo, esta visiñn de los espaðoles como -orgullosos¿ ¿como si fuera un rasgo esencial del carácter nacional¿ y de España como un caso excepcional y apartado del mainstream de la evolución política del continente, no tiene en cuenta que, a lo largo del primer tercio del siglo XIX, España fue uno de los principales focos del constitucionalismo europeo e ignora la intensa implicación española en los asuntos políticos continentales y su papel en la aparición de un discurso internacionalista (o europeísta) movilizado en buena parte por asuntos hispanos.

      Las intervenciones extranjeras no son fenómenos unidireccionales. Desde que en 1808 se produjo la invasión francesa de España, que culminó con la sustitución de la monarquía borbónica por una bonapartista, hubo importantes sectores de la sociedad española, especialmente dentro de sus elites ¿los conocidos como afrancesados¿, que no solo la aceptaron sino que la vieron como la solución a los problemas del país. Asimismo, la segunda intervención francesa en España en quince años, la invasión militar de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis que puso fin al Trienio Constitucional en 1823, había venido siendo solicitada durante meses por los ultrarrealistas españoles, en un contexto en el que entendían que los asuntos españoles formaban parte de la evolución general del continente europeo. La intervención no fue únicamente una estrategia de las grandes potencias europeas para resolver un problema ordinario del extremo sur del continente, sino que fue solicitada directamente por Fernando VII y los absolutistas españoles con el propósito de influir en los acontecimientos políticos que las fuerzas reaccionarias locales no eran capaces de modificar por sí solas. La guerra de España tuvo, además, una importancia capital en la evolución política de la Europa restaurada.

      No es exagerado decir que en la historiografía internacional existe una llamativa desatención del caso español, más allá de estudios especializados. La mayor parte de las obras de carácter general y comparativo de la historiografía internacional sobre el periodo excluyen o tratan de manera muy reducida el caso español. Afortunadamente, existen excepciones, cada vez mayores, a este olvido. Una de ellas es el reciente libro de Jacques Solé, Révolutions et révolutionnaires en Europe. En su análisis de la revolución como fenómeno definitorio del largo siglo XIX europeo, esta obra dedica una mayor atenciñn a países -pequeðos¿ o -secundarios¿ como Portugal, Polonia, Bélgica o Grecia. Sin embargo, para el caso de España, su análisis sigue pecando de una visión en última instancia pesimista y fatalista, y emplea una bibliografía poco atenta a los tratamientos e inquietudes de los historiadores españoles más recientes2.

      Ahora bien, de esta situación no son responsables únicamente los historiadores extranjeros, sino que muchos españoles han participado también en la construcción de una imagen historiográfica de España marcada por la excepción. Un destacado historiador español, Alberto Gil Novales, autor de una obra monumental de inevitable referencia para estudiar el primer liberalismo español y el Trienio Constitucional en particular, e impulsor de los estudios sobre el periodo, ha cultivado una influyente visión de la revolución burguesa española como incompleta3. En su narración de impronta marxista, la burguesía ¿moderada en su mayor parte cuando no claramente reaccionaria¿ pactó con las fuerzas del Antiguo Régimen para afianzar los avances parciales obtenidos en la revolución, dejando de lado al pueblo, que era de esta forma traicionado. Gil Novales consideraba que la revolución liberal española renunció a ser democrática porque excluyó a la gran masa de la población ¿que gracias a ello pudo ser movilizada por la contrarrevolución¿ y en este sentido incidía en la imagen de España como un late comer revolucionario burgués, retrasado respecto de los modelos europeos. Así, por ejemplo, Gil Novales afirmaba que -[a] diferencia de lo ocurrido en Francia, en España la burguesía quiere llegar a la transformación social de acuerdo con las fuerzas del Antiguo Régimen ¿a costa del pueblo (aunque con la excepción necesaria de la desamortización eclesiástica). El resultado fue el siglo XIX español, que ya conocemos, burgués a la larga, pero caótico y mezquino en sus líneas dominantes, un siglo que no pudo satisfacer nunca las aspiraciones populares¿4. En este supuestamente defectuoso siglo XIX Gil Novales localiza una explicación secular a la atormentada historia de Espaða: -La forma peculiar de llevar a cabo nuestra revoluciñn burguesa nos condujo, a través de las dictaduras del siglo XIX, de los problemas coloniales y de la insatisfacción perpetua del pueblo, al franquismo¿5.

      La historiografía reciente ha querido dejar atrás estas posturas, -normalizando¿ e -internacionalizando¿ la historia de Espaða. Además, se ha dejado atrás una historia de España tejida exclusivamente como relato nacional.

      Siguiendo esta perspectiva, este trabajo aspira a mostrar la historia española del primer tercio del siglo XIX desprovista de referencias teleológicas, dentro de un esquema de normalidad y de comparación e interacción con el resto de países de su entorno, para poder observar la evolución del liberalismo y el republicanismo ¿español y euroatlántico¿ como fenómenos transnacionales. Centrarse en mostrar las semejanzas de España con Europa para demostrar que España no es diferente de ella, no deja de ser una forma de reconocer esa inferioridad asumida, y de admitir que, después de todo, España sí es diferente. Pero es precisamente al aceptar esa diferencia ¿a lo que paradójicamente se puede llegar resaltando la historia conectada¿ cuando se puede poner de relevancia que la singularidad es lo -normal¿. Parafraseando a dos historiadores españoles, Espaða es -un país tan extraðo como cualquier otro¿6.

      Este trabajo quiere ofrecer también una perspectiva -desnacionalizadora¿ con el propósito de superar la ceguera que supone considerar los estados actuales como el marco único de actuación política en un tiempo muy distinto. España, el estado nacional que hoy conocemos, y desde la década de 1830 con unas colonias claramente diferenciadas de la metrópolis por la legislación y las prácticas políticas, se formó en este período a partir de la disolución conflictiva de un imperio trasatlántico. Dentro de este proceso, me centraré en las relaciones y conexiones establecidas entre peninsulares y americanos en el proceso revolucionario y postrevolucionario, pero a la vez reflexionaré sobre cómo se fue configurando gradual y dramáticamente la nueva identidad española en el exilio. Pondré el foco en quienes participaron en un proyecto para la nación española, aunque intentando poner de manifiesto que esos sujetos resultarían mutilados e incomprensibles si no se tiene en cuenta que ellos se veían a sí mismos como integrantes de una empresa común, transfronteriza, que incluía también a otras naciones europeas.

      Durante el marco cronológico tratado en este trabajo, España participó en la construcción de un orden internacional liberal con una experiencia no tan diferente de la de otros países europeos y americanos. Sin ánimo de incidir en una visión dicotómica de las -dos Españas¿ ¿porque en ese caso habría también dos Portugales, Francias o Italias¿ lo cierto es que en el primer tercio del siglo XIX hubo apreciables sectores de la sociedad española que lucharon para transformar la situación en la que vivían y crear una España liberal que ellos aspiraban a convertir en moderna y avanzada. Esto lo hicieron, además, de forma paralela y en colaboración con individuos y grupos de otros países que compartían ideologías y experiencias similares a las españolas. Esta fue una lucha caracterizada por la perseverancia, porque en muchas ocasiones la contrarrevolución llevó las de ganar, lo que se tradujo en represión y exilio de los liberales. Sin embargo, también hubo exiliados entre las filas de la contrarrevolución, que tuvieron que abandonar sus países cuando los liberales accedieron al poder, especialmente en España.

      Es precisamente a través del exilio que se quiere examinar la posición internacional de España en las primeras décadas del siglo XIX. El exilio fue un fenómeno de carácter europeo, occidental, no la prueba de una específica inestabilidad política española o de las dificultades excepcionales que encontró el liberalismo español para imponerse frente a un Antiguo Régimen local invulnerable. El exilio era una muestra más del enfrentamiento ent¿Cuál fue la posición de España en este contexto marcado por la revolución, la reacción y el exilio? Un gran especialista en el periodo, el historiador constitucional Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, ha establecido el paradigma mayoritariamente adoptado por la historiografía sobre el papel del exilio en la evolución del liberalismo español. Este autor otorgó al exilio un papel central en el proceso de consolidación del liberalismo moderado que acabaría imponiéndose en España gracias al contacto que proporcionó con modelos como el británico o el doctrinario francés. En sus palabras, -naturalmente, las nuevas ideas constitucionales no surgieron de repente¿, pero, en definitiva, su interpretación coloca a los liberales españoles exiliados como receptores de ideas políticas desarrolladas en otros lugares7.

      Lo que este trabajo discute es esa primacía de la recepción para el caso español en un contexto internacional de elaboración del liberalismo porque, como se intentará mostrar, España jugó un papel importante en la generación y comprensión del liberalismo del primer tercio del siglo XIX, y desde luego no tuvo el rol pasivo que corresponde a un receptor. Por otra parte, al examinar la experiencia del exilio de los liberales españoles, la historiografía ha tendido a adoptar un punto de vista centrado en la teoría política ¿en gran parte debido a la influencia de la obra de Varela Suanzes-Carpegna, que como historiador del Derecho ha mostrado más interés por la historia constitucional, de las instituciones y de los grandes pensadores¿ mientras que la visión que aquí se ofrece está más cercana a una historia cultural de la política, o a una historia de la cultura política. Desde este punto de vista, se enfatizará la fuerza y presencia del pensamiento republicano en el mundo hispano, que ha sido por lo general considerado como marginal. En Hispanoamérica, tras la disolución de la Monarquía española, se formaron repúblicas en todos los nuevos países. En cambio, una salida institucional a la crisis de la monarquía en forma republicana era impensable en la Península, e incluso aquellos peninsulares que estaban a favor de la república como forma de gobierno para América ¿una postura a la que muchos de ellos llegaron en el exilio¿ la descartaban para España. Sin embargo, desde el inicio de la crisis constitucional en 1808, un gran número de liberales, tanto peninsulares como americanos, habían abogado a favor de la regeneración de España a través de una serie de reformas políticas, económicas, sociales y culturales que se encontraban marcadas por la presencia de fuertes valores heredadosre revolución y contrarrevolución que marcó globalmente el siglo XIX.

      de la tradición republicana. En el exilio, alejados de las restricciones que encontraban en casa a la exposición abierta de ideas republicanas, y en un ambiente favorable a ellas, varios de ellos pudieron exponer su imaginario republicano, especialmente alrededor del concepto de patria.

      En este sentido, en las siguientes páginas se quiere subrayar la importancia de los contextos y de las argumentaciones, y no tanto la coherencia de doctrinas políticas establecidas por grandes pensadores. En esta perspectiva se puede apreciar que existe una influencia por parte de temas y metodologías afines a la obra de autores como Quentin Skinner. En primer lugar, por el análisis de la retórica, es decir, de cómo los individuos ¿tanto los exiliados como los que estaban en contacto con ellos¿ se justificaban a sí mismos retóricamente al dirigirse a sus contemporáneos con el objetivo de convencerlos o movilizarlos en una dirección determinada. Desde mi punto de vista, el desarrollo de esta retórica, en especial por parte de exiliados, fue fundamental para la construcción de un discurso liberal internacionalista/europeísta (y también uno contrarrevolucionario). En segundo lugar, por la importancia dada a la reconstrucción del contexto en el que estos discursos se produjeron, así como la del lenguaje empleado en ellos (por ejemplo, en la difusión y aceptación de la identidad de liberal). Por último, por la importancia dada a la aportación de autores no canónicos, aunque sin olvidar a importantes teóricos del liberalismo y del tradicionalismo porque su relación con el exilio y los exiliados fue importante.

      El marco cronológico de este trabajo (1814-1834) está delimitado por dos fechas que marcan la historia del exilio en España, pero que tienen también una importante significación internacional. En 1814 se produjo el regreso de Fernando VII al trono de España y la eliminación de la obra constitucional gaditana, y comenzó la persecución de los liberales y los afrancesados, muchos de los cuales tuvieron que salir hacia el exilio. 1814 marca además la fecha de la derrota de Napoleón ¿en la que los acontecimientos peninsulares tuvieron mucho que ver¿ y de la primera Restauración europea, que sería fugazmente desandada por el regreso de Napoleón durante los Cien Días. Veinte años después, a la altura de 1834, tras la muerte de Fernando VII el año anterior y la promulgación de una serie de amnistías, habían regresado ya la mayoría de los exiliados españoles a un país en el que, tras la promulgación del moderado Estatuto Real, se iniciaba una andadura liberal desafiada por la contrarrevolución carlista. Pero 1834 fue también el año de la firma de la Cuádruple Alianza entre España, Portugal, Francia y Gran Bretaña, que definiría la inserción internacional de la Península Ibérica en los siguientes años, y el año de la formación de la Joven Europa de Mazzini, que abriría una nueva fase en el internacionalismo liberal y republicano, que culminaría en las revoluciones de 1848.

      Entre ambas fechas, el exilio había marcado la historia de España, pero también la del resto de Europa y América. La vuelta de los príncipes absolutistas tras la derrota de Napoleón, la recuperación de las potencias reaccionarias europeas, la creación de la Santa Alianza, la formación del sistema europeo de Congresos y la represión con la que las monarquías restauradas respondieron a la pervivencia de sectores revolucionarios o únicamente descontentos, provocó que muchos de ellos se vieran obligados a abandonar sus países de origen para buscar refugio en aquellos lugares en los que las circunstancias políticas se adecuaban a sus ideales, o en los que, simplemente, podían cobijarse.

      La tesis está dividida en cuatro partes. En la primera, -Contextos históricos e historiográficos¿, se establecen las coordenadas historiográficas en las que se mueve el resto del trabajo, destacando las aportaciones que para la elaboración de una historia transnacional ha tenido la conocida como Historia atlántica y la contribución de la historiografía anglosajona al debate sobre la relación entre liberalismo y republicanismo. En ambos casos, me interrogo hasta qué punto estas tendencias historiográficas son útiles para la historia de España y del mundo hispánico.

      En la segunda parte, -Geografía y redes del exilio, 1814-1834¿, se examinan la serie de exilios ocurridos durante la Restauración, centrados en el caso español, y tomando cuatro puntos de inflexión: 1814, 1820, 1823 y 1830. Estos años marcaron cuatro grandes olas de emigración política: la primera en 1814, que llevó al exilio a los liberales y afrancesados españoles, así como a un gran número de bonapartistas de todas las nacionalidades. Una segunda se dio en 1820-1821, y afectó a aquellos que tuvieron que salir de Nápoles y Piamonte tras la intervención austriaca que puso fin a sus experimentos liberales y de Francia tras el fracaso de los planes insurreccionales llevados a cabo por sectores opositores a la monarquía borbónica. Muchos de ellos se refugiaron en España, que en ese momento se encontraba bajo un régimen constitucional. La tercera se produjo tras la invasión francesa de España en 1823, que repuso a Fernando VII en el trono absoluto. La cuarta tuvo lugar tras la represión de las revoluciones de 1830 en Italia, Polonia y Alemania. A lo largo de estos capítulos, se intentará mostrar el papel central que el exilio tuvo en la formación y extensión del liberalismo a nivel internacional y cómo contribuyó a poner en contacto a liberales de varios países, promoviendo la forja de redes intelectuales que comunicaban distintas zonas del mundo occidental.

      La tercera parte, -Proyectos y realizaciones del liberalismo internacional en el exilio¿, abandona un criterio estrictamente cronolñgico para analizar las acciones del exilio español en un contexto global, centrándose en las tres actividades centrales a las que se dedicaron los exiliados durante sus años de emigración: conspirar para derribar violentamente a la monarquía de Fernando VII, escribir obras de carácter político con un propósito complementario al anterior, y participar en proyectos educativos conectados con el ideario liberal y republicano, puestos en práctica en especial en Hispanoamérica.

      Por último, en la cuarta parte, -Culturas e identidades políticas en el exilio¿, se analiza el desarrollo del liberalismo y el republicanismo en el exilio, prestando especial atención a la formación discursiva de una causa internacionalista liberal y a su dimensión simbólica. Liberalismo y republicanismo son situados en torno a la polémica que, alrededor del concepto de civilización, se estableció durante la Restauración entre revolución y contrarrevolución. Asimismo, en este apartado se reflexiona sobre la identidad española en el exilio, en el contexto de la desintegración del imperio español y la aparición de nuevas adscripciones nacionales, y sobre la herencia del exilio para el liberalismo y el republicanismo en España.

      Este trabajo emplea como base las obras de varios historiadores que desde hace décadas han centrado sus investigaciones en el primer liberalismo español, y en concreto en el estudio del exilio español y su relación con el liberalismo internacional. Entre estos autores destacan Rafael Sánchez Mantero, Irene Castells, Manuel Moreno Alonso, Claude Morange, Jean-René Aymes, Vicente Llorens, Alberto Gil Novales, Josep Fontana y Juan Francisco Fuentes8. Esta tesis aspira a complementar las obras de estos autores y a integrar en una narración más amplia sus aportaciones, además de completarlas con una investigación original realizada en fuentes primarias en parte inéditas. Para ello se han consultado fondos bibliográficos y de archivo en cinco países, aunque la cantidad ingente de fuentes disponibles ha impedido que a esta consulta se la pueda considerar definitiva. Quedará para siguientes investigaciones una profundización aun mayor en la materia, con la visita a nuevos archivos y el regreso a los ya consultados, que están lejos de estar agotados, aunque considero que con ello no se alterarán significativamente los aspectos y conclusiones expuestos en este trabajo.

      Tras décadas de abandono, el exilio durante la Restauración está volviendo a ser estudiado bajo nuevas perspectivas, que destacan sus aspectos globales. En los últimos años han aparecido, al menos, dos obras sobre exiliados italianos y franceses y una sobre exiliados españoles en Inglaterra que tienen en común muchos puntos de vista con los expuestos en este trabajo9. Espero que esta tesis contribuya al desarrollo de este campo y al avance de una agenda de investigación que coloque al estudio del exilio en la dimensión internacional que le corresponde.

      Finalmente, es necesario hacer una aclaración lingüística. Como en el texto aparecen citas en varios idiomas, con el propósito de agilizar la lectura todas ellas aparecen traducidas al castellano. Las únicas excepciones son las citas que abren los diferentes apartados que, por su carácter evocativo, he considerado más apropiado dejar en su lengua original, así como las que aparecen en las notas a pie de página. A no ser que se indique lo contrario, todas las traducciones son mías. Por otra parte, y por motivos similares, he decidido transcribir las citas en castellano actualizando su ortografía a las normas actuales, aunque en algunas ocasiones, cuando he considerado que convenía hacerlo así, las he mantenido en su forma original.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus

Opciones de compartir

Opciones de entorno