Raquel Garijo Olmo
La evolución experimental empezó a usarse en condiciones de laboratorio totalmente controladas para el desarrollo de hipótesis en el campo de la evolución a nivel teórico, sin embargo también constituye una herramienta muy útil a nivel aplicado. Un ejemplo muy claro es el desarrollo de vacunas mediante evolución experimental. Cuando un virus se somete a presión selectiva por crecimiento continuado en un determinado ambiente, tiende a evolucionar adaptándose a dicho ambiente, pagando por el contrario un coste a la hora de desarrollarse en un ambiente diferente de donde habría evolucionado, por ejemplo, si adaptamos un virus a un hospedador no humano, conseguiremos un virus atenuado cuando crezca en humanos, procedimiento usado para el desarrollo de vacunas de virus atenuados. Los virus de RNA son herramientas excelentes para el uso de la evolución experimental, no sólo por su simplicidad genómica que permite ser manipulado fácilmente sino por su rápida capacidad de evolución gracias a su elevada tasa de mutación. En este trabajo el objetivo básicamente es el uso de la evolución experimental en diferentes estrategias. Para ello usaremos el Virus de la Estomatitis Vesicular (VSV), un virus de RNA de polaridad negativa que naturalmente presenta propiedades oncolíticas debido a su extrema sensibilidad a ciertos mecanismos de defensa antivirales que presentan las células, como la secreción de Interferón (IFN). La gran mayoría de células tumorales presentan defectos en algunos mecanismos antivirales, haciéndose más sensibles a la replicación del virus. Idealmente, un virus oncolítico debe ser potente y a la vez selectivo, atacando de forma virulenta al tumor y evadiendo el tejido circundante sano. La mayoría de virus oncolíticos en desarrollo están basados en la manipulación genética del genoma viral hacia la atenuación del virus en tejidos sanos, sin embargo la potencia de estos virus generalmente se ve mermada. Nuestra hipótesis se basa en el principio mencionado arriba, al permitir el desarrollo del virus en un ambiente tumoral, incrementará su capacidad de replicación y por tanto su virulencia en ese ambiente, pagando el coste de replicar peor en otros ambientes como serían unas células no-tumorales, así pues el resultado debería ser un virus potente y selectivo. De la misma manera, la evolución del virus en otros ambientes más o menos permisivos desembocará en una adaptación del virus al medio, atenuando su eficacia y virulencia en otros ambientes.
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