Esta tesis doctoral refleja que las empresas siguen basando su política retributiva en el nivel educativo de los trabajadores, porque la credencial educativa continúa siendo utilizada como señal de las capacidades del individuo. No obstante, las competencias juegan un papel sustancial a la hora de determinar los ingresos de los trabajadores. Las competencias generan un mayor impacto sobre los ingresos cuando se adquieren en el entorno laboral. Sin embargo, los conocimientos específicos, aún a pesar de no poder ser aplicados plenamente en el lugar de trabajo, contribuyen al posterior desarrollo del resto de competencias. Finalmente, en lo referente a los desajustes educativo y competencial, aunque los graduados reporten una incidencia superior de ambos desajustes, los análisis empíricos evidencian peores consecuencias sobre los ingresos de las graduadas. En este sentido, hay que considerar la posibilidad de que estos resultados estén marcados por una concepción asimétrica por género de la sobreeducación.
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