Durante el Antiguo Régimen se detectan sólo en Gran Canaria algunas asociaciones de músicos profesionales, como la "compañía" organizada en 1672 para dejarse contratar en actos puntuales y, sobre todo, la hermandad de socorros mutuos que formaron los músicos de la catedral de Santa Ana en el siglo XVIII, que perviviría hasta las primeras décadas del XIX, cuya regulación estatutaria estudiamos aquí deducida de un pleito civil interpuesto a la misma por uno de sus miembros. En el Ochocientos, sólo tras la muerte de Fernando VII comienzan a proliferar las sociedades de todo tipo, y también las musicales. Dado que la primera ley de asociaciones es de 1887, hemos prestado especial atención al soporte legal que amparaba las aparecidas antes de ese año, asunto escasamente contemplado hasta el momento. Las asociaciones musicales comienzan su andadura integradas por músicos profesionales; más adelante, por músicos aficionados que se aglutinan en torno a un profesional carismático, lo que posibilita la eclosión de las bandas en diversas poblaciones insulares; y, finalmente, derivan hacia la "funcionarización" de los músicos por las instituciones públicas. Hemos analizado el papel que los estatutos otorgan a los diletantes con respecto a los profesionales, así como la evolución que se produce en el control de las juntas directivas y la incidencia que ello tiene en la oferta músico-cultural. En nuestro trabajo estudiamos con detalle la estructura organizativa de las principales sociedades musicales de las Canarias Orientales desde 1844 hasta el año 2000, prestando especial atención a las del siglo XIX y primer tercio del XX, y también a la incidencia de la política en el devenir asociativo de todo este periodo.
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