El estructuralismo y su versión postestructuralista, se distancia de la historia como encuentro real entre las prácticas significantes de la realidad y los lenguajes sociales. La Historia es reducida a algo abstracto o Filosofía de la Historia; es decir, mera especulación acerca de la existencia. La Historia así considerada es mera “estructura”, “método”, “mito”, o “sistema”, no es un plexo de relaciones intersubjetivas que emergen a través de los sistemas de significación que hacen posible la inteligibilidad de los procesos comunicativos de la sociedad. La posición formalista del postestructuralismo niega la posibilidad de acceder a los registros reflexivos y sensibles, cognitivos y racionales, de los sujetos que se hacen y se trascienden en sus acciones prácticas. La crítica a estas posiciones que consideran a la historia más comoparte de la “imaginación”, la “poesía”, la “narrativa”, la “deconstrucción”, es contundente porque se trata de rescatar el sentido contingente de la historicidad humana de la que nos provee la Historia a través de la acción, al devenir, la interpretación.
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