Las identidades políticas de la Posmodernidad deben ser apreciadas desde una lectura que supere el behavioralismo. Ya no es posible observar solamente, de modo empírico y epidérmico, las orientaciones hacia los objetos del sistema político, sino es necesario fijarse en las nuevas identidades, y en la reconfiguración de éstas en el mundo contemporáneo. Las identidades constituyen ahora un foco de producción y atribución de sentido a las actividades políticas. Ahora la identidad cultural y política se ha hecho más móvil, múltiple, auto-reflexiva, sujeta a cambio e innovación. El sujeto, en la posmodernidad y la globalización, vive una identidad hecha de pedazos inconexos, el "hombre modular", pero también surgen reacciones identitarias colectivas. Este artículo detalla esas nuevas identidades del mundo sin centro: los Nuevos Movimientos Sociales, los terrorismos, los movimientos políticos religiosos, las identidades obreras, los Novísimos Movimientos Sociales: anti-neoliberalismo y anti-financiarización, el indigenismo y el indianismo, y las nuevas identidades nacionales centro-periferia.
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