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Next Generation EU. Una oportunidad para una Europa más fuerte

    1. [1] Organización internacional italo - latino americana (IILA)
  • Localización: Cultura económica, ISSN-e 1852-5342, Vol. 38, Nº. 100, 2020 (Ejemplar dedicado a: La economía de las ciudades), págs. 95-120
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Next Generation EU. An opportunity for a stronger Europe
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      El acuerdo del Consejo Europeo de julio de 2020 para apoyar la recuperación de los países afectados por la crisis del COVID-19 representa un hito histórico. Se aprobaron el Next Generation EU y el presupuesto de la UE 2021-2027, herramientas estrechamente vinculadas que materializan una estrategia que impulsa, a la vez, el relanzamiento de las economías y el desarrollo sostenible de Europa. Se trata de un esfuerzo extraordinario por el volumen de los recursos movilizados, que serán repartidos entre los países según los diferentes grados de necesidad y en función de planes nacionales de recuperación y resiliencia. La novedad más importante es la decisión de endeudarse colectivamente para financiar el paquete de ayudas y reembolsar parte de la deuda con nuevos «recursos propios» UE, o sea nuevas tasas y gravámenes europeos (carbon tax, web tax, etc.). De este modo, se avanza hacia un sistema fiscal europeo. Pese a lo anterior, la negociación sobre el acuerdo ha evidenciado fracturas preexistentes que no están saldadas: entre países (sobre todo entre los «frugales» del Norte y los del Sur) y entre la Europa intergubernamental y la Europa de las políticas comunitarias. El Parlamento europeo, por su parte, reclama un aumento del presupuesto UE para no sacrificar algunos programas comunitarios estratégicos. Aunque siguen presentes tensiones y dificultades que condicionan las decisiones finales para la entrada en vigor del Next Generation EU, no parece posible retroceder. Además de la superación de la crisis socioeconómica, están en juego el proyecto integrador europeo y la posición de la UE en el plano internacional. Dos factores resultarán decisivos en los próximos años: la capacidad de la Comisión Europea de administrar con mesura sus funciones de orientación y supervisión de los planes nacionales, y la voluntad de los gobiernos de centrar los planes en reformas estructurales e inversiones, en el marco de una gestión eficiente de los fondos.

    • English

      The agreement reached by the European Council in July 2020 to support the recovery of the countries struck by the COVID 19 crisis was a landmark event. The Next Generation EU and 2021-2027 EU budget were approved, two closely related instruments implementing a strategy designed to stimulate both the reactivation of the national economies and contemporaneously, the sustainable development of Europe. The action taken constitutes an extraordinary effort, due to the volume of the financial resources involved, to be divided amongst the countries according to the various levels of need, based on their respective national recovery and resilience plans. The most important innovation was the decision to collectively incur debt to finance the aid package, and to pay back part of the amount owed with new «own resources», that is, new European taxes/duties (e.g. the carbon and web taxes). In this way we are moving towards a European fiscal system. Despite this, the negotiation process that led to the agreement highlighted pre-existing fractures that have not been repaired: some among the countries themselves (above all the «frugal» Northern nations and those of the South) and others between intergovernmental Europe and the Europe of the EU policies. The European Parliament, for its part, is demanding a budget increase in a bid to avoid sacrificing a number of key EU programmes. Although tension is running high, and the many difficulties threatening the final decisions that would implement the Next Generation EU, there appears to be no way of backing out. The elements at stake not only include the ability to overcome the current social-economic crisis, but also the European integration plan and the EU’s position on the international scene. Two factors will prove decisive in the next few years: the ability of the European Commission to adequately steer and oversee the national plans, and the will of the governments to setting out a reform and investment agenda, as well as an efficient management of the funds.


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