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Refugee Crisis and Migrations at the Gates of Europe: Deterritoriality, Extraterritoriality and Externalization of Border Controls

    1. [1] Universidad de Cádiz

      Universidad de Cádiz

      Cádiz, España

  • Localización: Peace & Security - Paix et Sécurité Internationales (Euromediterranean Journal of International Law and International Relations), ISSN-e 2341-0868, Nº. 7, 2019, págs. 117-160
  • Idioma: inglés
  • Títulos paralelos:
    • Crisis de refugiados y migraciones en las puertas de Europa: Desterritorialidad, extraterritorialidad y externalización de controles fronterizos
  • Enlaces
  • Resumen
    • español

      La crisis de los refugiados ha conformado en Europa una nueva percepción de la realidad migratoria. Las ramificaciones de sus impactos en la construcción europea son visibles y duraderas. La reacción de la UE ha tenido cierta perspectiva estratégica, aunque lastrada por un exceso de eurocentrismo y de percepción securitaria, que no tiene en cuenta equilibradamente los intereses de los países terceros. El gran esfuerzo económico que se está realizando sostiene una estrategia de largo alcance que sólo ahora empieza a esbozarse, para fomentar el desarrollo económico en los países de origen y tránsito de la emigración. Por otra parte, cuestiones como las de vigilancia del respeto de derechos humanos de los inmigrantes aún están por perfilarse adecuadamente de manera global en esta estrategia.

      Aunque podemos hacer diferentes valoraciones del comportamiento y capacidad de reacción de la UE y sus Estados, lo cierto es que el debate migratorio ha decantado decididamente un bloque de países abiertamente reacios a la solidaridad intraeuropea, y a asumir las nuevas realidades y cargas que suponen los refugiados presentes y por venir a Europa. Esta perspectiva es muy negativa a medio y largo plazo, ya que, como hemos visto, la crisis también revela la permanencia de las corrientes y flujos migratorios, y la consolidación de los vías o Puertas de entrada a Europa.

      Hemos considerado en el trabajo la vulnerabilidad de las fronteras europeas diseñadas y en funcionamiento en el Área Schengen. Las fronteras interiores fueron las más impactadas al comienzo de la crisis migratoria, y probablemente van a quedar marcadas por los cambios normativos en curso, que tienden a admitir la excepcionalidad como hecho relativamente común en el espacio ‘federal’ de libre circulación europeo. Pese a todo, la capacidad de resiliencia de este sistema de ausencia de controles fronterizos interiores en el espacio ‘federal’ de libre circulación, es incontestable.

      El impacto en las fronteras europeas exteriores ha sido aún mayor, ya que se ha puesto de relieve en nuestra opinión definitivamente que, más que frágiles o vulnerables, ciertos controles fronterizos como los marítimos son impracticables, en particular los de las fronteras marítimas meridionales europeas.

      Precisamente esta inviabilidad del control fronterizo en espacios marítimos es lo que lleva en nuestra opinión a acentuar ciertas tendencias en las fronteras exteriores europeas, como las de externalización de controles migratorios. Los nuevos desarrollos normativos y de planificación estratégica confirman esta tendencia, así como la preocupación actual por desplegar un sistema integrado de gestión de fronteras exteriores.

      Respecto al fenómeno conocido como de ‘Externalización’ de controles migratorios, la doctrina ha venido considerándolo como actuaciones de la UE que buscan reducir, ordenar y controlar los flujos migratorios en anuencia con Estados terceros, en relaciones por definición asimétricas. En nuestro trabajo hemos abordado las diferentes situaciones que se plantean, poniendo de relieve la conveniencia de diferenciar entre Externalizar las políticas migratorias, por una parte, de la actuación Extraterritorial de control migratorio, por otra parte.

      Buscando una mayor precisión conceptual, preferimos utilizar el termino Desterritorialidad, que es más neutro que los referidos, al evocar la idea de ubicar fuera del territorio determinadas funciones de control fronterizo y de políticas migratorias, a desarrollar por otros Estados o por el propio Estado. Al tratarse de situaciones y actuaciones vinculadas a las migraciones y a los controles fronterizos, debemos conceptualmente situarnos fuera del territorio; por lo que esta opción de Desterritorialidad, permite hipotéticamente abarcar las dos situaciones de Externalización y de Extraterritorialidad de las funciones de control fronterizo respecto a las migraciones. Para ello nos centramos en las diferentes nociones y actividades que podrían debatirse respecto a la ‘Externalización’, ‘Extraterritorialidad’ de controles migratorios y funciones fronterizas, expresiones que, en suma, hacen referencia a actividades de gestión y control migratorio fuera del territorio, llevados a cabo por agentes públicos de los Estados UE, o por terceros Estados.

      Por una parte, consideramos constituyen Externalización de la gestión y control de flujos migratorios, las actividades de adopción de Acuerdos, Programa, Planes y medidas que pretenden que Estados terceros vigilen sus propias fronteras y flujos migratorios, para controlar, restringir o impedir el acceso físico al territorio de los Estados UE, asumiendo la localización en su territorio, o el rechazo, de refugiados e inmigrantes de otros Estados. Esto no implicaría presencia ni ejercicio directo de actividades de control por agentes públicos de los Estados Miembros de la UE. En realidad, fuera del territorio europeo es muy discutible que los Estados estén realizando estrictamente funciones de control fronterizo, ya que se trata de un ámbito que se encuentra tal vez en el más genérico terreno del control de flujos migratorios y vinculado a la política migratoria y a la acción exterior europea.

      Por otra parte, entendemos que la actuación Extraterritorialidad supone llevar a cabo funciones de control fronterizo por los Estados fuera de su territorio. Aquí debe existir en nuestra opinión presencia o ejercicio por agentes públicos de los Estados miembros de ciertas actividades o funciones de control (efectivo) fronterizo, en espacios sin jurisdicción estatal, o en el territorio de Estados terceros, con su acuerdo.

      Estamos ante un cambio en la concepción misma de la frontera en esta era pos-globalización, donde determinadas funciones se deslocalizan y se sitúan sistemáticamente fuera del territorio y los puestos fronterizos de los Estados. Sin embargo, las actuaciones territoriales y extraterritoriales deben diferenciarse de las que se producen en actividades de acción exterior en o con terceros Estados a fines de política de inmigración y control de flujos migratorios. La realidad es que se ha configurado para los flujos migratorios un nuevo espacio fronterizo al sur y este del mediterráneo, que necesita una nueva política de fronteras exteriores para este área. Por ello debemos reflexionar sobre nuevos espacios e imaginarios fronterizos, con nuevos conceptos y enfoques de la frontera que aporten otros parámetros de actuación hacia los flujos migratorios y los controles exteriores.

      La Unión necesita hoy instrumentos y conceptos nuevos para estas nuevas realidades, y sobre todo para no perder de vista que, a la hora de afrontar crisis como las migratorias y de derechos de los extranjeros que se acercan o entran en nuestro territorio y jurisdicción, Europa es una construcción racional que supone un Proyecto de progreso civilizatorio, y que como tal debe incorporar permanentemente sus valores y el respeto de derechos humanos en todas sus políticas, medidas normativas y actuaciones con extranjeros y Estados terceros, en sus propias fronteras exteriores y más allá de las mismas. Esto es esencial para la identidad y objetivos de la integración, y para la proyección de la seguridad, solidaridad y valores de la UE conforme al Derecho internacional y europeo de los Derechos Humanos

    • English

      The refugee crisis has shaped a new perception of the migration reality in Europe. The ramifications of its impact on European integration are visible and enduring. The EU’s response has included a certain strategic perspective, albeit weighed down by an excess of eurocentrism and a security perception that does not take third countries’ interests into balanced account. The major economic effort being made supports a far-reaching strategy, only now beginning to be outlined, to promote economic development in the countries of origin and transit of migrants. Additionally, issues such as the monitoring of respect for migrants’ human rights have not yet been suitably globally defined in this strategy.Although the behaviour and response capacity of the EU and its Member States can be assessed in different ways, the truth is that the migration debate has decisively swayed a block of countries that are openly reluctant to engage in intra-European solidarity and accept the new realities and responsibilities entailed by the refugees already present and yet to come to Europe. This position is very negative in the medium and long term, since, as noted, the crisis has also underscored the permanence of migration trends and flows and the consolidation of the routes or gates of entry to Europe.This contribution considers the vulnerability of the European borders designed and in operation in the Schengen Area. The internal borders were the most affected at the start of the migration crisis and are likely to be marked by current regulatory changes, which tend to allow exceptionality as a relatively common occurrence in the European ‘federal’ area of free movement. Nevertheless, the resilience of this system of the absence of internal border controls in the ‘federal’ area of free movement is undeniable.

      The impact on the EU’s external borders has been even greater, as it has shown once and for all that, more than fragile or vulnerable, some border controls, such as the sea border ones, are not practicable, especially those on Europe’s southern sea borders.It is precisely this infeasibility of border control in marine areas that leads to the accentuation of certain trends on Europe’s external borders, such as the externalization of migration controls. New regulatory and strategic planning developments confirm this trend, as well as the current concern for deploying an integrated external border management system.With regard to the phenomenon known as the ‘externalization’ of migration controls, the literature considers it to refer to EU actions aimed at reducing, sorting and controlling migration flows with the consent of third states in relations that are, by definition, asymmetrical. This article has addressed the different situations that arise, highlighting the advisability of differentiating between externalizing migration policy, on the one hand, and extraterritorial action concerning migration control, on the other.In search of greater conceptual accuracy, the term ‘deterritoriality’ has been used, as it is more neutral than the other terms mentioned insofar as it evokes the idea of positioning outside the territory certain border control and migration policy functions, to be carried out by other states or by the state itself. Since these are situations and actions linked to migration and border control, they should be conceptually situated outside the territory; the deterritoriality option hypothetically makes it possible to encompass both the externalization and the extraterritoriality of border control functions concerning migration.To this end, this article has focused on the various notions and activities that might be discussed in relation to the ‘externalization’ and the ‘extraterritoriality’ of migration controls and border functions, terms that, in sum, refer to migration control and management activities outside the territory, carried out by public officials of the EU states or by third states.On the one hand, externalization is considered to refer to the management and control of migration flows, the activities of adopting agreements, programmes, action plans and measures to encourage third states to monitor their own borders and migration flows in order to control, restrict or impede physical access to the territory of the EU states, accepting the placement in their territory, or the rejection, of refugees and migrants from other states. It does not involve the presence of or direct exercise of control activities by public officials of the EU Member States. In fact, outside European territory it is highly debatable that states are strictly performing border control functions, as it is an area that may more accurately fall within the more generic field of migration flow controllinked to migration policy and European external action. On the other hand, extraterritorialization is understood to entail the performance of border control functions by states themselves outside their own territory. This case should involve the presence of or exercise by Member State public officials of some (effective) border control activities or functions in areas without state jurisdiction or in the territory of third states, with their consent. We are witnessing a change in the very concept of border in this post-globalization era, in which certain functions are offshored and systematically placed outside a state’s territory and checkpoints. However, territorial and extraterritorial actions must be differentiated from those occurring as part of external actions in or with third states for the purposes of migration policy and the control of migration flows. The reality is that a new border space south and east of the Mediterranean has been configured for migratory flows, which needs a new policy of external borders for these areas. Therefore, we must reflect on new frontier spaces, with new concepts and approaches to the border that provide other parameters of action towards migratory flows and external controls.Today, the Union needs new instruments and concepts for these new realities, especially so as not to lose sight of the fact that, when it comes to tackling crises such as those related to migration and the rights of foreigners approaching or entering its territory and jurisdiction, Europe is a rational construct entailing a project for civilizational progress. As such, it must permanently incorporate its values and respect for human rights in all its policies, regulatory measures and actions with foreigners and third states, both on its own external borders and beyond them. This is essential for the identity and objectives of the European integration, and for the projection of the EU security, solidarity and values in accordance with the International and European Human Rights Law


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