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Transgresión sociolingüística y patrones tradicionales de sexismo en una comunidad de habla vernácula

  • Autores: Belén Zapata Barrero
  • Localización: RAEL: revista electrónica de lingüística aplicada, ISSN 1885-9089, Vol. 14, Nº. 1, 2015, págs. 96-117
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Los estudios variacionistas realizados en el mundo occidental industrializado han permitido desarrollar modelos de comportamiento sociolingüístico de los hablantes en el seno de las comunidades de habla a modo de universales sociolingüísticos predictivos atendiendo a parámetros socio-demográficos y/o biológicos: clase social, edad, género, etnia-raza, redes sociales, etc. En el caso del factor género, concretamente, se ha comprobado que la mujer tiende a ser más usuaria de rasgos procedentes del estándar que el hombre (véase Trudgill 1972). Sin embargo, una expresidenta del Gobierno de Murcia durante mediados de la década de 1990 ofreció unos patrones inesperados de comportamiento sociolingüístico no estándar (no castellano estándar sino murciano). Su producción lingüística transgresora (no-estándar) fue estudiada cuantitativa y cualitativamente por Hernández-Campoy y Cutillas-Espinosa (2010, 2013) y Cutillas-Espinosa, Hernández-Campoy y Schilling-Estes (2010), diagnosticando un fenómeno de Diseño de Hablante (véanse Coupland 2001, 2007; o Bell 2014). De manera complementaria, si estos autores se centraron mayormente en la psicología social de este hablante, el objetivo del presente trabajo es centrarnos en la propia de la comunidad local, la recepción de, así como reacción ante, su producción verbal transgresora. De este modo, en un contexto de habla murciana estigmatizada y con prestigio encubierto (véase Jiménez-Cano 2001), exploramos las actitudes sociolingüísticas y juicios de valor de la comunidad local murciana hacia el acento de su Presidenta. Su comportamiento sociolingüístico dialectal causó gran controversia y debate, al romper con las expectativas, no sólo de profesión y clase social, sino también de género: mientras que el habla de la clase obrera (no estándar) parece tener connotaciones de masculinidad debido a su asociación con la rudeza y dureza del mundo y la cultura vernácula estereotipada, considerándose a menudo como atributos masculinos deseables, no se aceptan, por el contrario, como características femeninas deseables, prefiriéndose de manera más convencional el refinamiento y la sofisticación (véase Coupland y Jaworski 2009). El sexismo aún presente en una comunidad de habla local en la década de 1990 y las connotaciones de masculinidad asociadas con el habla de la clase obrera contribuyeron a generar un ambiente hostil en contra de una ciudadana de habla no estándar que ocupaba el cargo de Presidenta del Gobierno Regional.


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