Este artículo forma parte de un estudio más amplio sobre la novela de la violencia colombiana en el cual se pretendía ilustrar cómo, a partir de la construcción de unos mundos imaginarios, la novela era capaz de ofrecer una perspectiva distinta para un análisis del fenómeno histórico. En este ensayo, me propongo analizar la novela de Gustavo Álvarez Gardeazábal, Cóndores no entierran todos los dias, como construcción imaginaria que no sólo se apropia de un período determinado de la realidad histórica colombiana sino que, a la vez, se constituye como vector de memoria colectiva, logrando romper con las limitaciones tradicionales impuestas a los términos de ficción y no-ficción.
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