La doble condición de poeta-traductor de numerosos escritores latinoamericanos durante el proceso de Independencia de las Américas (principios siglo XIX) propició una función activa en la creación de nuevos cánones literarios. Andrés Bello (Caracas, 1781-Santiago de Chile, 1865) es un ilustrativo ejemplo de ello. En efecto, su búsqueda de una autonomía literaria se manifestó no sólo en sus poemas originales, como en el caso de Alocución a la Poesía (1826) y La agricultura de la Zona Tórrida (1826) donde propone su proyecto e ideal poético, sino también en sus traducciones e imitaciones, especialmente las de poesía francesa. Siguiendo esta orientación, podría decirse que su actividad traductora fue, en cierto modo, un camino para construir una nueva literatura, pues con frecuencia usó el modelo original sólo como punto de partida para crear nueva obra.
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