El Manicomio de Toledo era un establecimiento provincial con graves problemas de sobrepoblación de enfermos durante los años treinta del siglo XX. Un gran número de enfermos mentales fue evacuado al estallar la guerra, lo que permitió recibir pacientes durante los años siguientes -principalmente de la zona nacional de la provincia de Madrid-, y continuar funcionando a pesar de la reducción de personal, ya que parte del mismo se encontraba desaparecido. Por otro lado, el establecimiento fue utilizado para albergar a enfermos no mentales y, como sucedió en otras instituciones, para alojar a personas evacuadas. Finalizada la guerra amenazaba una situación de hacinamiento de pacientes al retornar los evacuados y se hizo necesaria la contratación de trabajadores no cualificados, principalmente mutilados o religiosos.
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