Existe un movimiento imparable en Madrid de diversos colectivos que están transformando espacios degradados y sin uso en huertos urbanos. La sociedad civil se organiza y se apropia de parte del espacio público que las administraciones no tienen capacidad de mantener. Surge así un proceso de empoderamiento ciudadano que rompe la dicotomía entre espacio público y espacio privado generando el concepto de espacio colectivo donde su concepción, realización y cuidado recae en manos de ciudadanos. Pasan de ser receptores de servicios municipales a convertirse en actores de un espacio que sienten como propio. De esta manera el diseño del espacio público se convierte en un proceso participativo. Se desarrolla en el tiempo más allá del habitual diseño inicial desligado de los futuros destinatarios que termina con la ejecución de lo diseñado. Se trata de procesos dinámicos que tienen mayor capacidad de corregir los desaciertos y de adaptarse a unas necesidades cambiantes.
Estas iniciativas están aglutinándose en la Red de Huertos Urbanos de Madrid con una diversidad de situaciones tanto en los grupos promotores de los huertos, como en la titularidad de los solares en los que se implantan. Esta unión da visibilidad al movimiento y le dota de fortaleza para negociar con la administración municipal que se está planteando regular el fenómeno con una ordenanza municipal.
El resultado plástico de las iniciativas también es diverso con la incorporación de murales en algunos casos (Esta es una plaza, Aliseda 18), diseño arquitectónico del espacio (Canillejas imagina un parque, Campo de Cebada) o sencillamente con la estética que aportan las distintas especies hortícolas a una urbe donde la naturaleza recibe un tratamiento basado en el concepto de jardín controlado. El grupo de investigación AA.OO Arquitecturas Ocasionales aúna el estudio teórico del proceso con el desarrollo práctico de una iniciativa: Aliseda 18.
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