Las correspondencias de los migrantes europeos a América se encuentran habitualmente en los archivos privados. Por lo tanto, el contexto de su conservación raras veces se estudia como se estudian los textos. Tres cartas de exiliados franceses, archivadas en circunstancias sorprendentes entre finales del siglo XIX y principios del XX, demuestran que resulta posible establecer un diálogo entre el relato del migrante y las precauciones que toman las familias para conservar sus huellas epistolarias. Más allá de las narraciones, el vaivén entre los correos y su archivación arrojan una luz nueva sobre las problemáticas patrimoniales que suscita el exilio americano. Las cartas del migrante europeo tenían, en aquella época, un valor igual al acta notarial que protegía los derechos de sucesión de las familias.
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