Se propone una teoría de la influencia de la televisión, basada en valores de objetividad social. Se analizan como defectuosos los estudios previos sobre el papel de la televisión como mediadora de las relaciones entre el productor, el consumidor y el votante, llevados a cabo por empresas de mercadotecnia porque no promueven un mayor uso social de la televisión. La publicidad se basa en la falsificación y ocultamiento de la realidad. La publicidad política compromete a la democracia al apelar a las emociones más que a la discusión racional. El papel de la televisión en los procesos de socialización esta en función de los modelos significativos de ambos, la televisión y su audiencia: donde estos sistemas de valores y referencia coinciden, la influencia de la televisión será fuerte. Se sugiere que el efecto básico de la televisión no puede ser cambiado sin cambios correlativos en la organización social
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