El objeto de estudio de la monografía que ahora presentamos es el endecasílabo, pero hay muchos endecasílabos en la tradición occidental: el silabo-cuantitativo de la antigua Grecia, el ambiguo sáfico de Horacio (no sabemos si sigue siendo un verso silabo-cuantitativo cuando ya es un incipiente endecasílabo silabo-tónico), los diferentes endecasílabos medievales y, finalmente, el endecasílabo de Petrarca, que fue el modelo adoptado por Boscán y Garcilaso de la Vega. En esta monografía, denominamos a este último como endecasílabo garcilasiano para evitar el error de llamarlo endecasílabo castellano o español, como si el endecasílabo de Santillana no fuera también un endecasílabo castellano o el dactílico de la poesía posterior a Rubén Darío no fuera un endecasílabo español. Abordamos su estudio desde una perspectiva sincrónica y otra diacrónica. En los dos primeros capítulos analizamos los elementos principales del metro: los patrones acentuales y el cómputo silábico. El ritmo del verso puede estar condicionado por muchos factores, pero en la versificación española el número de sílabas y la posición de los acentos son sin duda los fundamentales. En consonancia con esta base rítmica, el endecasílabo se define como un verso de naturaleza silabo-tónica, pues en su composición se cuentan las sílabas, diez hasta la última acentuada, y se regula el lugar de sus acentos.
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