Cuando hablamos de un poeta excéntrico, estamos hablando de un arte que proviene de un exabrupto, de una coacción, de un constreñimiento. Quizás no siempre, pero en la mayoría de las ocasiones, si prestamos la suficiente atención a los textos, podemos detectar en ellos vestigios de esa agresividad. Los nuevos constructores -a grandes rasgos- modalizan sus textos forzando el lenguaje. La ruptura textual conlleva implícita una afirmación: el lenguaje y su gramática lógico-semántica son insuficientes para expresar el imaginario, la doxa y episteme del poeta contemporáneo. La tendencia artística dominante es un enorme y oxidado diapasón, que nos ofrece un monológico la sostenido, a partir del cual es más fácil crear sin apuntadores. Disidencia vocacional, irreverente, no violenta, indagadora, creativa y posiblemente motor de nuevas tendencias.
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