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Resumen de Pregón de la XVII Feria del Libro Viejo y Antiguo de Zaragoza

Manuel José Pedraza Gracia

  • Cuando como lectores o investigadores nos aproximamos a un libro antiguo y lo estudiamos, lo analizamos o lo leemos; cuando como coleccionistas o bibliófilos encontramos y compramos ese libro que llevamos buscando tiempo y tiempo; cuando como libreros vendemos un libro antiguo que hemos tenido que estudiar para encontrar y poner de manifiesto todas sus características en una ficha de catálogo; cuando como bibliotecarios catalogamos o prestamos un libro antiguo; estamos leyendo, investigando, encontrando, comprando, vendiendo, estudiando, catalogando o prestando algo más que conocimiento, algo más que un objeto hermoso, algo más que patrimonio…Detrás de ese libro hay, si se busca, una historia imperceptible que nos lleva a un mundo pasado en el que las cosas no eran, en lo esencial, muy diferentes a las de la actualidad.

    El libro es el continente de la ciencia y de las ideas de un pueblo en un momento dado. También, como objeto, es la representación más evidente de la cultura, del conocimiento, del estudio…Por consiguiente, de entre los objetos que se pueden coleccionar, es, quizás, el que más aporta al coleccionista la connotación de persona interesada en la cultura, de indagador en el conocimiento y de explorador de la sabiduría. El libro antiguo, además, es en general un objeto venerable y, como tal, transfiere a su poseedor ese halo de venerabilidad. Se produce al mismo tiempo, la identificación entre la colección y el coleccionista. Bastaría con repasar mentalmente la idea que surge en nuestras cabezas tras pensar en el propietario de una colección de incunables, o sobre homilética, o sobre tauromaquia, o sobre medicina, o sobre literatura, o sobre feminismo, o sobre erótica, o sobre cómic… Igualmente, tras el libro, también antiguo, hay personas, inquietudes, muchas miserias y fatalidades y muchas fortunas. Descubrirlas es maravilloso, un camino de ida y vuelta desde el libro hasta los que lo fabricaron y desde éstos hasta los que lo poseemos. Cuando tengamos un libro antiguo en las manos no hemos de conformarnos con entender lo que se dice en él, tendremos que entender el quién lo hizo, el dónde se hizo, el cuándo se hizo, el por qué se hizo, el qué hicieron en él y con todos los que han poseído hasta llegar a nosotros y, si es posible, las circunstancias que rodearon todas estas actuaciones que llevaron a que ese libro esté hoy en nuestras manos. Todo esto teniendo presente que el libro ha sobrevivido a muchos hombres y mujeres y todavía habrá de sobrevivirnos a nosotros.


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