La irrupción de la Liga Norte en la escena política italiana a principios de los años noventa contribuyó decisivamente a desestabilizar al régimen partitocrático de la primera República. Esta formación política expresó la debilidad social del hecho nacional italiano y los límites del regionalismo republicano, tradujo una intensa protesta populista, con elementos de rebelión fiscal, de ciertas capas medias productivas septentrionales y, finalmente, deslegitimó el mecanismo consociativo del sistema de partidos tradicional. La Liga Norte es un movimiento complejo que combina antisemitismo populista y un fuerte reivindicacionismo socioterritorial. Rechazando ubicarse en el continuum derecha/centro/izquierda ingresará, sin embargo, en la coalición centro, derechista del Polo de las libertades y en el Gobierno de Berlusconi. Al no poder ser de nuevo partido, bisagra tras la victoria del Olivo en 1996, la Liga Norte optará por un viraje radical que la llevará a abandonar el federalismo para toda Italia y a preconizar la secesión del norte desarrollado, presentado ahora como una nueva nación, la Padania, lo que la aproximará a las formaciones nacionalistas subestatales de otros Estados europeos. En suma, la Liga Norte es un claro reflejo político de la reemergencia de la dimensión territorial en un mundo progresivamente globalizado.
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