Como un Alberto Caeiro nacido en Caravaca de la Cruz, como un Walt Whitman íntimo forjado en la Sierra del Segura, así escribe su poesía José Blanc, pastor de noches, aceptador de inmensidades. Porque extrae las palabras de manantiales misteriosos y pasa la luz entre las hojas de sus versos. Poeta de caminatas y silencios, de afectos y complicidades humanas, amigo de la luna, de juncos, hormigas, saltamontes, pinos, luciérnagas… Espiritual y eterno al fusionarse con la naturaleza. Lleno de imágenes genuinas y sorprendentes, honesto en la expresión. Poesía desenvuelta para dejarse abrazar por el lenguaje de la maravilla.
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