En el periodo medieval, la lana era la materia prima por excelencia para la fabricación de paños, especialmente los de gran calidad, que constituían la base de la actividad comercial en toda Europa. Este libro muestra cómo la necesidad de contar con lana adecuada para fabricarlos hizo que los mercaderes impulsaran la producción en aquellas zonas que, como Aragón, contaban con enormes recursos naturales para ello. Los mercaderes italianos y, tras ellos, los aragoneses y los del resto de la Corona de Aragón contactaron desde el siglo XIV con las gentes del Pirineo, del valle del Ebro y de las sierras ibéricas para comprarles la lana, que exportaban hacia las ciudades que disponían de industrias textiles en el mundo mediterráneo. Pagaban con oro una lana esencial que fue la fuente de prosperidad del reino de Aragón a escala europea a lo largo de la Baja Edad Media.
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