Este libro, se imaginó, pensó y comenzó a elaborarse durante el periodo de confinamiento decretado durante el azote pandémico en el que nos vimos inmersos, el cual sigue aun estando presente en nuestras vidas. La enfermedad y la muerte han acompañado esta etapa de nuestra vida y han estimulado muchos sentimientos y emociones como el miedo, la incertidumbre, el hastío, la tristeza y la rabia y numerosas imágenes relacionadas con la vulnerabilidad, la ruina, la desolación y la decrepitud. Sin embargo, la necesaria reclusión en el ámbito familiar, obligada por el confinamiento, fue un estímulo que permitió a hijo y a padre establecer un juego que fertilizó la mente de ambos, precipitando el nacimiento de esta obra. Este retiro convirtió al espacio compartido de ambos creadores en un recipiente alquímico en el que “se cocinaron” las impactantes y coloridas imágenes que Jacobo iba plasmando en el papel junto con las imaginaciones reflexivas, que llamaron a la puerta del mito, de quién acompañó a este niño en el juego creativo. El resultado fue un elaborado plato muy adecuado para colmar el apetito del alma.
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