«Por cualquier causa que se faga, ahun que sea por sanidad, es pecado mortal y muy grande sacrilegio» apuntaba Antonino de Florencia en su manual de confesión "Confessionale «Defecerunt»" al condenar el uso de remedios mágicos para evitar o curar enfermedades.
Durante los siglos XV y XVI, teólogos como Antonino de Florencia dedicaron amplios espacios de sus manuales y tratados pastorales a condenar las prácticas mágicas utilizadas con fines curativos, intentando explicar que incluso en aquellas prácticas aparentemente inofensivas podía intervenir el demonio. La creciente obsesión por la intervención demoniaca los llevó a no sólo condenar el comportamiento de los feligreses, sino a señalar la actividad de médicos académicos y la tendencia de estos a utilizar remedios mágicos para curar a sus pacientes. Tal y como recalcaba el teólogo francés y canciller de la Universidad de París, Jean Gerson, y posteriormente el teólogo aragonés Pedro Ciruelo, la función curativa y la buena intencionalidad no podían ser un pretexto para aceptar que los médicos hicieran uso de este tipo de remedios.
En este libro, partiendo del análisis de fuentes pastorales (manuales de confesión, constituciones sinodales, visitas pastorales, sermones y tratados antisupersticiosos) y de fuentes médicas (tratados médicos, compendios y manuales de recetas) se han examinado y comparado los discursos desarrollados por la teología y la medicina hacia estas prácticas, analizando, entre otras cosas, si el discurso presentado por los teólogos se correspondía con la realidad reflejada en los textos escritos por médicos y sanadores. Un ejercicio que no cuenta con precedentes en la historiografía española y que ha revelado la existencia de posturas muy divergentes entre ambas tradiciones a la hora de definir qué prácticas se consideraban mágicas y cuándo su uso podía estar legitimado.
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