Aunque parece del todo evidente, conviene no olvidarlo: la realidad salva, la ilusión no. Ahora bien, ser realista no significa aceptar el mundo tal y como es o aceptar con resignación la rebeldía de las cosas que no quieren moverse por la senda correcta, es decir, aquello que es imaginado por nosotros.
Por el contrario, ser realista es comprender que las cosas existen y que, por tanto, sin duda resisten; pero al hacerlo, tambien ofrecen invitaciones, recursos y posibilidades. De este modo, la posibilidad más grande, que se encuentra en la base de todas las demás, es el hecho de compartir un mundo que en absoluto es líquido y aterrador.
Este mundo común nos ofrece el terreno sólido en el que nos jugamos todo, empezando por nuestra felicidad o infelicidad. Este realismo positivo es articulado por Maurizio Ferraris a partir de una exposición desde la filosofía, la literatura y la actualidad. El libro se cierra con un diálogo ameno y reflexivo con el filósofo analítico Achille Varzi sobre el sentido y alcance de este realismo.
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