¿Por qué algunos países son menos corruptos y están mejor gobernados que otros? Este libro pone en duda los argumentos convencionales que explican las grandes diferencias existentes en la calidad del gobierno en todo el mundo. Sostiene, además, que la organización de la burocracia del Estado es un factor crítico, aunque muchas veces ignorado.
Los países donde los funcionarios de las burocracias públicas son reclutados por sus méritos funcionan mejor que aquellos donde los empleados públicos deben sus puestos a conexiones políticas. Son gobiernos de alta calidad, que actúan con imparcialidad, no incurren en prácticas corruptas y usan los recursos públicos disponibles de manera eficaz.
¿Qué ocurre cuando la actividad de los políticos y los funcionarios está tan entremezclada que la carrera de los segundos depende de las decisiones de los primeros? Lo más probable es que, como sucede en España, la corrupción abunde y la administración sea ineficaz.
Dahlström y Lapuente manejan una gran cantidad de datos comparativos y de ejemplos de corrupción, que van desde la Gürtel al saqueo del Ayuntamiento de Marbella, o de muestras de ineficiencia, como la construcción de aeropuertos fantasma. Con ellos, abren un debate que suele eludirse en nuestro país: el que hace referencia a la endogamia entre la política y la administración pública; el hecho de que tantos políticos españoles sean funcionarios y que muchos funcionarios no puedan ascender si no es agradando a los políticos.
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