El libro incorpora nuevos y significativos casos al elenco conocido de conjuntos figurativos alusivos a la monarquía de Carlos V en el ámbito aragonés. Su reconocimiento y la lectura de su mensaje iconográfico les otorgan un valor inesperado, no solo intrínseco o de una trascendencia local o regional, sino general: en ellos se encuentra expresa la esencia de la concepción política de la relación entre el monarca y la república en vigor durante el reinado del emperador. El grupo de la cripta del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza, atribuido al gran escultor Damián Forment, constituye el punto de partida, complejo y multiforme, pero claro en su génesis y significado; para llegar a las posteriores fachadas de la Lonja de la misma ciudad, con sus tondos de ciudadanos —y ciudadanas— presididos por la familia imperial, y de la renombrada Lonja-Ayuntamiento de Tarazona (Zaragoza), que es reinterpretada. Junto al patio de la casa de Zaporta y la portada de la casa del virrey conde Morata, ambas en Zaragoza, y la escalera del palacio arzobispal de Tarazona, estas nuevas obras desveladas forman un conjunto simbólico sobre Carlos V y el ejercicio de su gobierno de la máxima representatividad, explicable por la proximidad de sus promotores al monarca y a la corte.
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