En 2013, el programa Recuperar Inclusión (PRI) irrumpió como una intervención novedosa del Estado nacional en materia de prevención y asistencia de las adicciones. Su puesta en marcha supuso un giro en la organización y el funcionamiento de la entonces Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, que además de planificar las políticas buscaría insertarse en zonas marginadas para atender la problemática desde la cercanía territorial. Esta impronta se la dio también el perfil del nuevo secretario, Juan Carlos Molina, sacerdote de una prolongada trayectoria de trabajo con poblaciones excluidas, forjada por su estrecho vínculo con la ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner. Al estudiar el PRI –sus agentes, prácticas y discursos, y las tensiones que suscitó su implementación–, Ferreyra revela el proceso de expansión atravesado por la Sedronar en este periodo con la pretensión de refundar el modelo de abordaje público de las adicciones. Su libro contribuye a la historización de las políticas sociales del kirchnerismo.
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