El libro que nos ocupa viene a concluir la investigación iniciada por el autor en 2009, cuando publicó un estudio centrado en las revoluciones de 1835 y 1836 en Antequera. En esta ocasión, Antonio J. Pinto describe el panorama social y político de la ciudad antequerana hasta el final del reinado de Isabel II, adentrándose también en el convulso Sexenio Democrático. Su objetivo es demostrar que el repentino cambio de régimen político acontecido tras la muerte de Fernando VII en 1833 no estuvo acompañado de una transformación social y económica igualmente súbita. Antes bien, en lo socioeconómico el ritmo de cambio fue más lento, exigido por las circunstancias: España comenzaba a verse dominada por una burguesía deseosa de acaparar el poder, que al mismo tiempo era consciente de la necesidad de contar con la antigua aristocracia para, de este modo, adquirir respetabilidad social. A su vez, la nobleza poco a poco se fue sumergiendo en las aguas liberales para sobrevivir, salvo contadas excepciones. Así pues, la llamada «revolución liberal» fue realmente una paulatina actualización de las viejas prácticas a las nuevas formas, en un cambiar todo para que nada cambiase que nos lleva a repetir, nuevamente, el tópico lampedusiano.
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