Me gustaría que los lectores me acompañaran a visitar Salamanca y, contemplando sus monumentos, conocer medio centenar de historias a las que ha denominado rincones. En ellas ha recopilado las narraciones que más me han impresionado de esta ciudad universitaria que no deja a nadie indiferente. Son historias que salen a colación cuando enseñas las calles, plazas y edificiaciones de nuestra ciudad. Las he elegido aleatoriamente, podían haber sido muchas más, pero había que acotar su número para no hacer demasiado extenso el texto. He comprobado que Salamanca es una fuente inagotable para la ficción nacida de la realidad.
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