El presente libro aborda el carácter fundamental del derecho a conciliar la vida personal y laboral, y la necesidad, por tanto, de su incorporación a nuestra Carta Magna asegurando así tanto la tutela y efectividad de la igualdad de mujeres y hombres como la de otros derechos constitucionales que también se encuentran implicados en su ejercicio. Este nuevo derecho fundamental es fruto de ese árbol vivo que es nuestra norma jurídica suprema.
El análisis de los derechos de conciliación en el plano ordinario revela un exponencial crecimiento en las últimas décadas -muestra de que se trata de una reivindicación básica de la ciudadanía-, a la vez que descubre firmes resistencias que ponen de manifiesto la falta de implicación de los poderes públicos y privados- en la garantía de una vida de calidad y un trabajo decente. Consecuencias significativas de ello las encontramos en la persistente discriminación de las mujeres en el trabajo, la baja natalidad, el desamparo de las personas mayores precisadas de cuidados o la precariedad laboral de los más jóvenes.
Desde comienzos del nuevo siglo, tanto la normativa internacional y europea como la jurisprudencia de los altos tribunales han ido sentando las bases de la construcción del derecho a conciliar, y en nuestro ordenamiento interno, la LOI 3/2007 supuso un impulso en su dimensión constitucional. En el proceso de conceptualización cobra especial importancia el estudio de los diferentes tratados internacionales, de los que se desprende su carácter complejo, lo que nos conduce a abordar la naturaleza y el contenido de este derecho desde una perspectiva amplia en la que se examinan, en primer lugar, todos los derechos fundamentales que consideramos implicados en su ejercicio para, a continuación, acometer su construcción teórica, partiendo de la necesidad de su reconocimiento como un derecho fundamental autónomo, y analizando finalmente su contenido esencial y adicional, así como sus límites.
Todo ello nos lleva a concluir que en una eventual reforma constitucional resultaría imprescindible la inclusión del derecho fundamental a la conciliación de la vida personal y laboral, llevando así a nuestra Carta Magna el lema lo personal es político, y posibilitando realmente la compatibilidad de los espacios público/privado no sólo de las mujeres, sino de toda la ciudadanía en condiciones de verdadera igualdad.
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