¿Tiene sentido considerar que una interpretación del Derecho es mejor que otra? ¿Existen criterios de corrección en el ámbito de la interpretación jurídica? ¿En qué consisten dichos criterios? Este libro analiza las respuestas que se han dado a estas cuestiones desde distintas concepciones de la actividad interpretativa: el escepticismo, el intencionalismo y el constructivismo. Tras señalar los problemas que plantean las dos primeras concepciones, la autora defiende una concepción constructivista o dependiente de valores, según la cual la interpretación es una actividad argumentativa comprometida con los fines y valores perseguidos por el Derecho, de modo que la argumentación interpretativa acaba teniendo, necesariamente, un componente moral y político.
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