Retrato de Juan Pablo II

Hace diez años, el 16 de octubre de 1978, el humo blanco de la capilla Sixtina anunciaba la elección de un nuevo papa. Aquel humo era el de un verdadero cañonazo, porque el cónclave había roto con la tradición de los papas italianos y había ido a buscar al otro lado del telón de acero. Había elegido el arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla. El elegido tenía cincuenta y ocho años.

Poco después de haber asistido a aquel acontecimiento André Frossard tuvo la suerte y la inmensa sorpresa de ser llamado por Juan Pablo II para realizar junto a él un libro de conversaciones titulado No tengáis miedo, publicado un año después del atentado de la plaza de San Pedro. Por primera vez un papa habla de su fe a los cristianos.

Después, André Frossard ha tenido ocasión, durante sus numerosos viajes a Roma, de plantear a su ilustre interlocutor nuevas preguntas. Muchas de sus respuestas se encuentran en este libro, que no es ni una biografía (existen muchas) ni una cronología (la simple enumeración de los actos del pontificado exigiría al menos trescientas páginas), sino un retrato hecho de recuerdos, de anécdotas, de reflexiones y de rasgos que permiten hacerse otra idea de Juan Pablo II, una idea nueva y a decir verdad bastante sorprendente que nos lleva a la conclusión a que llegó Soljenitsin, que por cierto no es un autor católico, cuando exclamó: “Este papa es un don de Dios”.

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