Índice de contenidos: Introducción I. Dos medios diferentes II. Las definiciones de la Pintura moderna La 'Visión Objetiva' como definición convencional de la Pintura La modernidad como crítica y el cambio en la Pintura El abandono de la mímesis y el auge de lo creativo Ciencia y filosofía en el Arte moderno: espíritu, forma, color y lenguaje III. Las definiciones de la Fotografía Definir la fotografía La cámara La fotografía como imagen La fotografía como memoria La fotografía como arte La realidad construida Defectos como virtudes: la sintaxis de impresión La sintaxis de cámara Una naturaleza híbrida IV. ¿Posmodernidad, pospintura y posfotografía? C de Crisis M de Museo T de Texto A de Autor G de Género P de Posmoderno, Problema, Práctica, Poesía A modo de resumen En conclusión Bibliografía Índice de nombres Agradecimientos Créditos fotográficos |
En esta obra Laura González Flores cuestiona la creencia comúnmente aceptada de que la fotografía y la pintura son dos medios distintos, y, más allá de la supuesta diferencia cuantitativa y de esencia de ambos géneros, se plantea demostrar el complejo proceso de construcción ideológica que ha sido determinado históricamente por cuestiones culturales, sociales e institucionales. Más que pretender explicar la diferencia entre los dos medios, esta obra intenta interpretarlos, pues, según la autora, el problema no reside en clasificar las imágenes como pintura o fotografía, sino entender de qué forma una u otra técnica afecta al funcionamiento de dichas imágenes dentro de las categorías culturales del arte, la ciencia y la tecnología. Su objetivo es determinar el cómo, por qué y para qué de esta analogía o diferencia y, a partir de ahí, abordar los modos de participación de estos medios en las formas de arte actuales.
Nota de prensa: La colección FotoGGrafía nació a mediados de la década de 1980 y, después de un período de interrupción, volvió a reiniciar su andadura en el año 2001, con la publicación de nuevos títulos siempre relacionados con la reflexión teórica sobre fotografía. Así, ante la profusión de publicaciones fotográficas contemporáneas, la Editorial Gustavo Gili apostó de nuevo por el ensayo como la mejor manera de analizar los propósitos del medio fotográfico. La reflexión y el análisis son, pues, los motivos centrales que caracterizan esta colección que, a su vez, da sentido al trabajo de muchos investigadores. Hasta el día de hoy, la colección ha publicado una veintena de títulos, que abarcan un amplio abanico temático, con el objetivo de abordar la fotografía desde su práctica sociológica, artística o histórica, a través de autores que ya pueden ser considerados como emblemáticos por sus importantes aportaciones a la reflexión sobre el medio fotográfico. Así, podríamos destacar: Historia de la fotografía, de Beaumont Newhall, Fotografiar del natural, de Henri Cartier-Bresson, o Un arte medio, de Pierre Bourdieu, por citar algunos autores ya clásicos. Como novedad, y también por vez primera procedente de México, presentamos el libro de Laura González Flores: Fotografía y pintura, ¿dos medios diferentes?. Esta autora es profesora en la UNAM y una de las especialistas más destacadas en el medio fotográfico de México. Obra que, en este ámbito, tendrá continuidad próximamente con un nuevo título: la reedición de Fuga mexicana. Un recorrido por la fotografía en México, cuyo autor, Olivier Debroise, es de nuevo un reconocido historiador y crítico de este medio en México. |
Extracto de la introducción: Este texto nace de la muy personal intuición de que Fotografía y Pintura son, en el fondo, lo mismo. Mi presentimiento se dirige al hecho de que, más allá de sus diferencias superficiales y de su aparente independencia, ambas disciplinas pertenecen a un paradigma mayor, de tipo ideológico-cultural, que no sólo las engloba, sino que determina su parecido. El reto del libro es abordar y describir esta analogía entre ambas disciplinas. Idea descabellada o broma: mi intención al formular esta hipótesis que ataca la especificidad de dos medios 'diferentes' es hurgar en las raíces profundas de una cultura para entender mejor la calidad de sus productos. El texto es, pues, el itinerario que sigue la mente por el tema general de ¿conectividad? ¿identidad? de la fotografía y la pintura, siguiendo la guía de una intuición íntima y semioculta: apresar la incestuosa relación y la confusión ontológico-genérica de dos lenguajes que, en la vida diaria, manejamos claramente como diferentes. La inercia cultural hace que demos por sentado el carácter de las cosas: éstas se afirman ante nosotros a través de un carácter lógico u objetivo y de modos de pensar que se presentan como naturales. Sin embargo, muchas veces, al hacer un análisis más profundo encontramos que los pilares de nuestras creencias no son tan firmes como pensábamos: están hechos de un material diferente o más 'blando' del que imaginábamos. Por ello, más que intentar responder a una simple pregunta, lo que este texto plantea es una reconsideración de las pautas convencionales de teoría, análisis y crítica con las que se abordan las disciplinas artísticas como medios. Este libro surge de una insatisfacción personal con los textos que tratan de la relación entre Fotografía y Pintura. Para mí, es evidente que muchos no llegan a aclarar el panorama de tal relación: parece como si, al subir los peldaños de la teoría y la crítica, se ensombreciese el sentido común con el que comprendemos el tema en nuestra dimensión cotidiana. Y aunque no niego la utilidad de muchos de los textos existentes sobre el tema, no permiten abordar problemas relacionados con la pintura y la fotografía en sus manifestaciones artísticas contemporáneas de tipo híbrido, electrónico, industrial y/o virtual. El desafío de desarrollar una hipótesis que aborde la conexión de estos dos medios no se reduce a llegar a determinar si son iguales o diferentes, sino a hablar sobre el cómo, por qué y para qué de esta analogía o diferencia, y a partir de ahí, intentar abordar los complejos modos de participación de estos medios en las formas de arte actuales. Muchas de las investigaciones teóricas e históricas que han abordado la fotografía parten de una hipótesis similar, de tipo evolucionista: la representación mimética de la realidad función cardinal de la Pintura hasta el siglo xix culmina con la eventual invención de otro género, la Fotografía. La invención de la fotografía se plantea, así, como la culminación de un proceso histórico y cultural relacionado con la representación realista. El problema de este tipo de argumentación es la reducción de la complejidad de valores y funciones de las imágenes a la mera cuestión de su verosimilitud y veracidad. Este tipo de explicaciones sobre el medio fotográfico han provocado el surgimiento de teorías como las de Boris Kossoy o Joan Fontcuberta que se centran en el desenmascaramiento de la otra posibilidad del lenguaje fotográfico, a saber, la del potencial de 'engaño' de la imagen realista. El problema que se plantea al utilizar este tipo de razonamientos para explicar la esencia de los medios es que tiende a producir argumentos como el ya común que entiende las imágenes digitales como una evolución lógica de la tecnología fotográfica. Es imprescindible, pues, separar el proceso tecnológico de los medios de su definición como tales. Ello permite reconsiderar su historia a la luz de las múltiples funciones posibles de sus lenguajes y no de las aparentes 'cualidades' que se desprenden y atribuyen a su tecnología. Mi intención al abordar los medios desde una perspectiva en la que se cruzan historia y filosofía es de mostrar que los atributos diferenciales, si bien están relacionados con la tecnología, están determinados principalmente por aspectos sociales y culturales. El peligro de confundir género tecnólogico con género artístico es que dificulta abordar cuestiones tan simples y cotidianas como la clasificación de aquellas imágenes híbridas que ostentan características de ambos medios, o la comprensión de la esencia de nuevos medios que manifiestan propiedades heterogéneas. Así pues, la pregunta que da título al libro, Fotografía y Pintura ¿dos medios diferentes? es simplemente un punto de partida para discutir la esencia de los medios como conceptos construidos. Nótese que escribo ambos términos con mayúsculas para acentuar la calidad de los medios de géneros artísticos o paradigmas culturales. Mi planteamiento cuestiona la creencia comúnmente aceptada de que la Fotografía y la Pintura son dos medios diferentes. Esta duda surge de la experiencia contradictoria con los medios en el ámbito especializado y el cotidiano. En el ámbito especializado se ha intentado establecer la diferencia entre éstos comprendiéndolos como 'géneros' diferentes. Sin embargo, al estudiar el desarrollo histórico de la Fotografía observamos una paradoja: sólo se la considera artística en tanto que se la asimila a la Pintura y se la juzga con parámetros críticos de tipo estético. En cambio, en el ámbito cotidiano y a través de los medios de comunicación nos encontramos con una creciente cantidad de imágenes difícilmente atribuibles a uno u otro medio. La diferencia entre los medios parece ser irrelevante. Nos vemos sumergidos en un maremágnum de imágenes de características híbridas: a veces están hechas con pintura, a veces con fotografía, a veces con ambas. Y si la mayoría de las veces adjudicar la pertenencia de las imágenes cotidianas a uno u otro medio no es relevante, este hecho sí se torna importante cuando la imagen pretende utilizarse como una prueba testimonial y/o documental: la diferencia esencial entre los medios se torna frágil (¿Habrá alguna manipulación en esta fotografía? ¿Podemos confiar en su veracidad?). Es precisamente la experiencia banal y cotidiana que tenemos con los medios la que valida la pregunta de si la diferencia real entre éstos se establece en un ámbito de esencia (género) o si la diferencia se da sólo en un ámbito de uso o manifestación (especie). Este texto tiene como objetivo demostrar que detrás de la supuesta diferencia cualitativa y de esencia de los géneros artísticos hay, más bien, un complejísimo proceso de construcción ideológica que se debe a razones culturales, sociales e institucionales a lo largo del tiempo. Tal proceso produce tantas y tan sorprendentes analogías en relación con el funcionamiento y la valoración histórica de los medios que provoca en nosotros la duda: ¿en verdad son diferentes los medios? Como punto de partida, me parece fundamental plantear que, en el uso común de los términos fotografía y pintura, usualmente se confunden lo genérico y lo específico. En su acepción genérica, los términos aluden a disciplinas técnicas de uso variable y extendido: fotografía y pintura con minúsculas. Su sentido es social, descriptivo e inclusivo. En el segundo caso, en cambio, los términos se asocian a nociones paradigmáticas específicamente definidas por el mundo institucional del Arte: Fotografía y Pintura con mayúsculas. El sentido, en este caso, es prescriptivo, normativo y exclusivo, y tiene que ver con lo que, en el mundo del Arte, se asocia a uno u otro medio específico. La pintura es una actividad que cualquiera puede realizar mientras que la Pintura se refiere a productos concretos de una tradición cultural asociada al mundo del Arte y de los museos. La ambigüedad en el manejo común de los términos no sólo se produce por una confusión entre ambos sentidos el de actividad genérica y el de paradigma cultural específico, sino porque la definición de este último normalmente se basa en un malentendido. Es un error habitual pensar que los paradigmas sociales se definen por sus cualidades esenciales y no por prescripción. En el caso de las disciplinas aludidas, esta confusión lingüístico-ontológica origina que el término en mayúsculas se maneje como si fuera el término en minúsculas: una pseudocualidad que, en realidad, es una construcción normativa y exclusiva aparenta ser una actividad genérica, descriptiva, inclusiva, universal, etcétera. A través de una supuesta universalidad, una aparente naturalidad y una calidad objetiva, estos paradigmas esconden su origen cultural y su autoridad social-institucional. Otra tentación común al hablar de fotografía y/o pintura es tratarlas sólo con relación a aquello en que se centra su diferencia como actividad genérica: su técnica. Esta tendencia se acentúa en la medida en que la técnica tiene un mayor peso en la realización de una actividad, como en el caso de la fotografía. La confusión que resulta, sin embargo, es parecida a la del caso anterior: al girar el discurso sólo sobre las minucias de la técnica, se elude hablar de los valores y condicionantes sociales, económicos y de significación de la misma. Así, la mayor parte de los libros sobre fotografía hablan de ésta sólo como técnica y no como medio o disciplina cultural. Este tipo de discurso aparenta no tener nada que ver con el caso anterior, pero es, en realidad, el reverso de la moneda: en apariencia trata lo génerico-popular de la actividad, cuando en realidad está extendiendo su normatividad. Este libro trata la parte técnica de los medios como un elemento indispensable de la significación y como una herramienta para abordar su función como objetos artísticos. El 'aura', concepto-comodín acuñado por Walter Benjamin para los objetos artísticos, tiene un carácter físico real, aprehensible, descriptible y, sobre todo, asociable a su técnica. De aquí la importancia de abordarla como parte del proceso de significación y valoración del objeto artístico: en el aura construida mediante un uso específico de la técnica yace, precisamente, la diferencia entre los conceptos escritos con minúsculas (fotografía y pintura) y mayúsculas (Fotografía y Pintura). Pintura o Fotografía, Pintura y Fotografía: el problema no está en clasificar las imágenes según su especie o en utilizar una u otra conjunción para relacionarlas entre sí, sino en entender cómo funcionan las imágenes dentro de un determinado paradigma. La historia de las ideas y de los objetos culturales es siempre un sistema de vasos comunicantes. El problema al que nos enfrentamos con una imagen no es el de clasificarla como pintura o fotografía, sino entender cómo esta diferencia técnica impacta en el funcionamiento de la imagen dentro de categorías culturales como el Arte, la Ciencia y la Tecnología. Es justamente en la asociación a tales paradigmas cuando puede comprenderse si, efectivamente, importa la diferencia técnica de los medios y, en caso positivo, en qué radica. Como el espectro de los temas que pueden abordarse es amplísimo, quisiera acotar algunas ideas con respecto a la metodología de la argumentación. Según el modo de pensar convencional, la Fotografía y la Pintura no sólo son diferentes medios, sino también opuestos. Funcionan en la disyunción: o son una, o la otra. La Fotografía se identifica con lo mecánico y documental mientras que la Pintura lo hace con lo humano y expresivo. Esta dualidad no deja de ser reduccionista, porque a veces las cosas son un poco o muy iguales y también un poco o muy diferentes. Aunque nuestra tendencia natural es a eludir el problema reduciéndolo a la disyunción del sí o no, hay otros modos de pensar que permiten abordar la complejidad de los conceptos sin temor a la indefinición absoluta. La analogía es una poderosa herramienta hermenéutica que permite aprehender simultáneamente la conjunción y la disyunción. Como bien sabían los pensadores escolásticos, la analogía permite abordar un concepto a partir de su relación de y/o con otro concepto: la cosa es y no es, al mismo tiempo, otra cosa. Trascendiendo la ambigüedad, la analogía permite profundizar en la complejidad de las cosas tratándolas como símbolos: una cosa es, pero al mismo tiempo, en su mismidad, remite a otra cosa que amplía su significado. La analogía es, en definitiva, un puente metafórico que permite ir de un significado a otro sin ceder el primero. Es un recurso que, al permitir la alusión a una segunda o tercera realidad, altera nuestra comprehensión del primer significado. Referente y metáfora se confunden, o más bien, se ceden continuamente el lugar, en una continua transfertilización en el ir y venir de la interpretación. Más que pretender explicar la diferencia de los medios, este libro intenta interpretarlos, hacer una exégesis de los mismos dentro de una tradición cultural. El factor interpretación inevitablemente introduce el punto de vista personal, que en algunos puntos coincidirá con la tradición y con lo que otros han comentado de ella. En otros puntos y, en el mejor de los casos, podrá ampliar el alcance de lo dicho. Una interpretación es siempre una relación de juego entre lo antiguo de la tradición y la innovación de la traducción personal. La argumentación que presento es un intento de interpretar las cosas a la luz de una intuición la diferencia de los medios se produce en el ámbito específico y no genérico y de una necesidad construir un puente analógico entre disciplinas diferentes. Su objetivo es la comprensión en el sentido último de la hermenéutica: una apropiación crítica y consciente de la tradición que incorpora de ella lo significante. Mi texto es una propuesta más de diálogo creativo con la tradición para sugerir al lector nuevas y ricas posibilidades interpretativas. Siéntase el lector ante el mismo gozo de contemplar estos dos medios con una luz diferente. |
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados