Bizancio nunca fue un mundo cerrado, no dejó de ser recorrido por hombres y mujeres que atravesaron sus fronteras: del desierto a la Gran Ciudad, del Occidente europeo a Constantinopla y desde allí hacía el Mar Negro y a las tierras del Islam; monjes anacoretas, comerciantes y aventureros, embajadores, espías y cautivos. A los que siguieron libros y obras de arte.
Los viajes y viajeros por Bizancio han atraído, en ocasiones, el interés de estudiosos y curiosos y ahora, por primera vez en España, se analizan de forma colectiva con resultados sorprendentes, en la línea de los ejemplos más notables del género. Debido, en buena medida, a la ilimitada curiosidad y el agudo sentido de la observación de la que hicieron gala aquéllos. Seducidos todos por la belleza deslumbrante de la capital, la solemnidad del rito ortodoxo y la singularidad de sus gentes, ciudades y monumentos.
págs. 13-46
Los ojos del viajero del exilio no ven. No sirven para ver: experiencias de viajeros griegos y latinos desterrados (siglos IV-X)
págs. 47-73
Del desierto a la gran ciudad: viajes de monjes a la corte de Constantinopla (siglos V-VII)
págs. 75-104
Cosmas Indicopleustes: un viajero atípico
págs. 105-140
Viajes por el Mediterráneo entre los siglos VIII y XII: tras los pasos de los viajeros andalusíes, fatimíes y bizantinos
págs. 141-174
págs. 175-213
págs. 215-237
El libro en Bizancio: compañero de viaje
págs. 239-265
págs. 267-284
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados