Ha sido reseñado en:
El virus fascista y el criptoliberalismo: sobre "La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España", de Jordi Gracia
Domingo Ródenas de Moya (res.)
Revista de libros, ISSN 1137-2249, ISSN-e 2445-2483, Nº. 95, 2004, págs. 37-38
Jordi GRACIA, La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España, Barcelona, Anagrama, 2004
Historia del presente, ISSN 1579-8135, Nº 4, 2004, págs. 256-258
Revista de Occidente, ISSN 0034-8635, Nº 281, 2004, págs. 145-147
Contra todas las apariencias, el pasado sigue vivo de manera a veces dramática. El aliento de la revancha puede propiciar explicaciones simples y falsas del pasado español, pero la democracia exige primero saber, después comprender, también juzgar, aunque ya no vengarse. El conocimiento es la única forma adulta de constatar ese infierno fascista que fue España en la posguerra. Una democracia debe pelear por la imprescindible verdad histórica sin medias verdades ni versiones amputadas: revisar el pasado es una virtud de la historiografía, aunque haya una forma de revisionismo culpable, la que olvida con quién estaba la razón en 1936.
El relato de los años fascistas, sin embargo, todavía está tocado de esa circunspección que da el trato con enfermos contagiosos. Este libro se propone volver sin anteojeras sobre la actividad intelectual y cultural de los años treinta y cuarenta, pero atiende sobre todo a las reacciones de importantes escritores del período ante la peligrosísima propagación del virus fascista desde los años treinta.
Lo padecieron todos, pero no todos se comportaron igual. Durante la guerra civil, en un bando estuvieron Baroja, Azorín, Ortega y Gasset, Eugenio dOrs, Josep Pla, Ramón Pérez de Ayala o Gregorio Marañón, sin que casi ninguno llegase a hacerse fascista, y en el otro estuvieron gentes liberales más enteras, como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Carles Riba, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Américo Castro o Pedro Salinas. Después, mientras la geografía dispersa del exilio se poblaba de cabezas formidables, en España surgieron intelectuales que fueron rotunda o complacientemente fascistas, dispuestos a construir el nuevo Estado de Franco: Rafael Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo, Gonzalo Torrente Ballester, José Luis L. Aranguren, Giménez Caballero o Camilo José Cela.
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