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Antes de su primera visita a Vladimír Holan, el poeta encerrado en una enigmática casa de la isla de Kampa y apartado hasta el punto de vivir de noche y no recibir a nadie, Clara Janés le envía un poema. Él le responde diciendo que había presentido ese poema e invitándola a ir a verlo. Después de su última visita, ella sabrá que el presentimiento de Holan había abarcado también a su persona e incluso su ciudad natal. Según Avicena, en el alma reside un poder de alterar las cosas enlazándolas y transformándolas mágicamente. Entonces espacio y tiempo se relativizan y, sin explicación aparente, puede producirse un acontecimiento que se relacione con nuestro interior más secreto. Siglos después, Jung dará a estos fenómenos el nombre de sincronicidad y los explicará por las percepciones subliminales del inconsciente que generan en el hombre un «conocimiento» inexplicable. En La voz de Ofelia, Clara Janés da cuenta de uno de esos episodios, el más intenso e inquietante de su vida. ¿Fue la pasión por la poesía de Holan lo que lo provocó o fue la sensibilidad del poeta encerrado y aquel presentimiento?
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