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Política social: una introducción

Imagen de portada del libro Política social

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Reseñas

Resumen

  • Los orígenes de la intervención social de los poderes públicos remiten al conjunto de las transformaciones que tuvieron lugar a partir del final del feudalismo y los inicios del capitalismo. El florecimiento de las ciudades, el desarrollo del comercio, el crecimiento demográfico, el surgir de la burguesía, y los inicios de configuración del Estado moderno, crearon nuevas necesidades que obligaron a replantear la pobreza y la asistencia. Va naciendo una concepción de la pobreza y la asistencia que se caracteriza por la condena a la mendicidad, la obligatoriedad del trabajo para los sanos, y la intervención de los poderes públicos. Esta concepción abre camino hacia una progresiva secularización de la asistencia, en la que el poder público plantea un conjunto de medidas sociales y una política represiva de reclusión y rehabilitación para el trabajo a través de renovados hospitales; instituciones de control y adoctrinamiento que se destinan a castigar y corregir actitudes rebeldes y canalizar a los pobres hacia actividades productivas. En el siglo XVIII, con la Ilustración, se inician cambios en relación a lo que hoy llamamos política social, ya que el racionalismo se cuestiona las causas de la pobreza. Por otra parte, culmina el proceso de secularización y de intervención del poder público. La declaración de los derechos del hombre de 1973 proclamaba “la asistencia pública es un deber sagrado. Las sociedades tienen el deber de procurar los medios de subsistencia a los ciudadanos menos afortunados, bien proporcionándoles un trabajo, bien asegurándoles el derecho a vivir sin trabajo”:

    A lo largo de la historia ay una segmentación de la población en dos grupos separados por la distribución de la riqueza y el poder, independientemente de épocas de crisis o de crecimiento. Las ciudades Europeas sufrirán un nuevo problema social (empobrecimiento de la gran masa de campesinos, que será expulsada de la tierra invadiéndolas ciudades en busca de trabajo o limosna) que deberá ser atendido por los poderes públicos. La respuesta consistirá en la gestión de la pobreza a través de la transformación y secularización de la caridad cristiana, que se convertirá, por primera vez, en beneficencia pública municipal.

    En Inglaterra surgen las Leyes de Pobres, legislación que dividía a los pobres en dos grupos: los dignos de asistencia pública, y los válidos para el trabajo que debían ser obligados a trabajar bajo severos castigos confinándolos en las “workhouses” o casas de trabajo. Se trata de gestionar la pobreza, convirtiéndola en mano de obra barata, y hacer frente a las crisis agrarias, las hambres y las revueltas para permitir que la revolución industrial se llevara a cabo sin excesivas emigraciones a la ciudad. En España, en el siglo XVIII, la pobreza y su asistencia es objeto de especial interés por los gobiernos ilustrados. Nacen los Hospicios y Casas de Corrección como instituciones de represión de aquellos que vagaban por las calles sin trabajar.

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